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La "Reina de las hadas" de Purcell en el Teatro Real es una obra que, más allá de la ardua tarea de adaptarla al formato semiescenificado, padece de un concepto débil y una ejecución deficiente. La dirección musical de Lionel Meunier parece querer más que honrar la música de Purcell, pero sí aplastarla bajo el peso de una monotonía vacía.
La obra en cuestión es una adaptación de "El sueño de una noche de verano" de Shakespeare, con un texto confuso y esquemático. La idea de semiescenificar esta pieza parece ser más bien una excusa para producir una obra que, más allá de la armonía musical, carece de travesura, lirismo y vivacidad.
La ejecución del coro Vox Luminis no puede disimular el vacío que deja la dirección musical. Los instrumentistas no logran destacarse en un mundo donde la música se siente aplastada por las artes visuales. La dramaturgia es enfática pero sin sustancia, y la escenografía parece ser una pantalla de imágenes descontextualizadas.
Es importante recordar que los tiempos han cambiado y que el formato semiescenificado puede resultar más asequible y económico. Sin embargo, esto no justifica la mala ejecución o la falta de rigor teatral y musical. La verdadera pregunta es si esta obra se presta a ser semirrepresentada o semiescenificada.
La "Reina de las hadas" de Purcell es una obra que merece más atención en su forma original, donde la música y el texto se unen para crear una experiencia única y vibrante. La semidesarrollada versión que nos presentan hoy en día carece de esa esencia que hace que esta obra sea tan querida por los amantes del barroco.
La obra en cuestión es una adaptación de "El sueño de una noche de verano" de Shakespeare, con un texto confuso y esquemático. La idea de semiescenificar esta pieza parece ser más bien una excusa para producir una obra que, más allá de la armonía musical, carece de travesura, lirismo y vivacidad.
La ejecución del coro Vox Luminis no puede disimular el vacío que deja la dirección musical. Los instrumentistas no logran destacarse en un mundo donde la música se siente aplastada por las artes visuales. La dramaturgia es enfática pero sin sustancia, y la escenografía parece ser una pantalla de imágenes descontextualizadas.
Es importante recordar que los tiempos han cambiado y que el formato semiescenificado puede resultar más asequible y económico. Sin embargo, esto no justifica la mala ejecución o la falta de rigor teatral y musical. La verdadera pregunta es si esta obra se presta a ser semirrepresentada o semiescenificada.
La "Reina de las hadas" de Purcell es una obra que merece más atención en su forma original, donde la música y el texto se unen para crear una experiencia única y vibrante. La semidesarrollada versión que nos presentan hoy en día carece de esa esencia que hace que esta obra sea tan querida por los amantes del barroco.