LatinoPensante
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La salud mental infantil y juvenil en Catalunya está en crisis. Los profesionales de los centros de salud mental infantil y juvenil (CSMIJ) denuncian una situación insostenible debido a la falta de recursos, personal y coordinación con otros actores de la salud pública.
"Es la tormenta perfecta", resume Josep Checa, psicólogo clínico, al describir la situación. La demanda creciente de servicios por parte de menores y familias, junto con casos cada vez más complejos, colisiona con centros de salud mental saturados y sin personal suficiente. Las visitas se programan cada dos meses, lo que no permite ofrecer un tratamiento adecuado.
La falta de coordinación con otros actores de la salud pública, como la Atención Primaria, hace que los casos leves se conviertan en graves si no se tratan a tiempo. Además, la figura del referente de bienestar emocional (REBEC) en los ambulatorios ha sido ineficaz, ya que se ha enfocado hacia el trabajo en salud mental de adultos.
El riesgo es que medicalicemos problemas que no son exclusivamente de salud mental, sino que están relacionados con factores ambientales. "El problema no es el fármaco sino solo dar el fármaco", alerta Checa. Los profesionales echan de menos educación emocional y atender a las condiciones socioeconómicas de muchas familias.
La situación es peor en regiones con menor población, como Lleida, Tarragona y Girona, que sufrirán problemas peores debido a la falta de recursos. La ratio de profesionales está obsoleta y se debería revisar, según Checa.
"Nos proponemos iniciar un diálogo y escuchar la voz de los profesionales", afirma Ana Vigil Pérez, coordinadora de un CSMIJ en el Eixample de Barcelona. La falta de coordinación hace que las patologías leves acaben llegando a los CSMIJ porque se han convertido en graves al no ser tratadas a tiempo.
El futuro es poco alentador por la jubilación de profesionales de la generación del 'baby boom'. Los centros de salud mental infantil y juvenil necesitan recursos adicionales, personal especializado y coordinación con otros actores de la salud pública para ofrecer un tratamiento adecuado a los menores y familias.
"Es la tormenta perfecta", resume Josep Checa, psicólogo clínico, al describir la situación. La demanda creciente de servicios por parte de menores y familias, junto con casos cada vez más complejos, colisiona con centros de salud mental saturados y sin personal suficiente. Las visitas se programan cada dos meses, lo que no permite ofrecer un tratamiento adecuado.
La falta de coordinación con otros actores de la salud pública, como la Atención Primaria, hace que los casos leves se conviertan en graves si no se tratan a tiempo. Además, la figura del referente de bienestar emocional (REBEC) en los ambulatorios ha sido ineficaz, ya que se ha enfocado hacia el trabajo en salud mental de adultos.
El riesgo es que medicalicemos problemas que no son exclusivamente de salud mental, sino que están relacionados con factores ambientales. "El problema no es el fármaco sino solo dar el fármaco", alerta Checa. Los profesionales echan de menos educación emocional y atender a las condiciones socioeconómicas de muchas familias.
La situación es peor en regiones con menor población, como Lleida, Tarragona y Girona, que sufrirán problemas peores debido a la falta de recursos. La ratio de profesionales está obsoleta y se debería revisar, según Checa.
"Nos proponemos iniciar un diálogo y escuchar la voz de los profesionales", afirma Ana Vigil Pérez, coordinadora de un CSMIJ en el Eixample de Barcelona. La falta de coordinación hace que las patologías leves acaben llegando a los CSMIJ porque se han convertido en graves al no ser tratadas a tiempo.
El futuro es poco alentador por la jubilación de profesionales de la generación del 'baby boom'. Los centros de salud mental infantil y juvenil necesitan recursos adicionales, personal especializado y coordinación con otros actores de la salud pública para ofrecer un tratamiento adecuado a los menores y familias.