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"La seducción del atraco: Kelly Reichardt nos lleva a un juego de ilusiones"
La película de Kelly Reichardt "The Mastermind" es una verdadera heist movie, pero no la que se espera. No es un atraco perfecto con un plan maestro y un grupo de ladrones valientes. No, en este caso, el robo es el argumento mismo, y el atracador es exactamente lo contrario de todo lo que se podría esperar.
El filme narra la historia de Josh O'Connor, un carpintero desempleado convertido en ladrón de arte por accidente. La película se desarrolla en los años 70, cuando los robos analógicos eran posibles, y nuestro hombre muestra en todo su esplendor lo perfectamente inútil que puede llegar a ser.
Reichardt planifica con infinito cuidado uno a uno todos los callejones sin salida en los que se verá su personaje, y lo hace con una tan esmerada como convincente recreación de época. Gusta el tono de desesperación como enamora esa sensación de vacío que preside todo.
La idea no es otra que sustituir el frenesí por la quietud, el heroísmo por la fatalidad y la fiebre del momento por el simple cansancio. Y ante tanto precipicio, quién se resiste? La película nos lleva a un juego de ilusiones, donde lo que parece real es en realidad una fuga de la realidad.
Reichardt nos propone este juego de las inversiones varias veces a lo largo de su carrera. En "Meek's Cutoff" y "First Cow", se trataba de leer del contrario las claves del mismísimo western, el genero fundacional del cinematógrafo. Y en ambos casos, lo que surgía de la pantalla eran sendos relatos tan originales como furiosos.
En este caso, sin embargo, "The Mastermind" resulta tan cálida, desengañada y triste que no queda otra que rendirse. Aquí todo el mundo se rinde. Es triste robar, pero más triste es que te pillen sin haber robado nada.
La banda sonora de jazz es excepcional, y la película se mueve en su ritmo y hondura. "The Mastermind" es una verdadera obra maestra, una película que nos lleva a cuestionar todo lo que creemos saber sobre el robo y la realidad. Es un filme que nos hace sentir que no estamos seguros de nada, ni siquiera del propio destino.
En resumen, "The Mastermind" es una película que nos invita a experimentar con las ilusiones y a cuestionar lo que consideramos verdadero. Es una película que nos hace sentir la seducción del atraco, pero también la tristeza de no poder escapar del sistema.
La película de Kelly Reichardt "The Mastermind" es una verdadera heist movie, pero no la que se espera. No es un atraco perfecto con un plan maestro y un grupo de ladrones valientes. No, en este caso, el robo es el argumento mismo, y el atracador es exactamente lo contrario de todo lo que se podría esperar.
El filme narra la historia de Josh O'Connor, un carpintero desempleado convertido en ladrón de arte por accidente. La película se desarrolla en los años 70, cuando los robos analógicos eran posibles, y nuestro hombre muestra en todo su esplendor lo perfectamente inútil que puede llegar a ser.
Reichardt planifica con infinito cuidado uno a uno todos los callejones sin salida en los que se verá su personaje, y lo hace con una tan esmerada como convincente recreación de época. Gusta el tono de desesperación como enamora esa sensación de vacío que preside todo.
La idea no es otra que sustituir el frenesí por la quietud, el heroísmo por la fatalidad y la fiebre del momento por el simple cansancio. Y ante tanto precipicio, quién se resiste? La película nos lleva a un juego de ilusiones, donde lo que parece real es en realidad una fuga de la realidad.
Reichardt nos propone este juego de las inversiones varias veces a lo largo de su carrera. En "Meek's Cutoff" y "First Cow", se trataba de leer del contrario las claves del mismísimo western, el genero fundacional del cinematógrafo. Y en ambos casos, lo que surgía de la pantalla eran sendos relatos tan originales como furiosos.
En este caso, sin embargo, "The Mastermind" resulta tan cálida, desengañada y triste que no queda otra que rendirse. Aquí todo el mundo se rinde. Es triste robar, pero más triste es que te pillen sin haber robado nada.
La banda sonora de jazz es excepcional, y la película se mueve en su ritmo y hondura. "The Mastermind" es una verdadera obra maestra, una película que nos lleva a cuestionar todo lo que creemos saber sobre el robo y la realidad. Es un filme que nos hace sentir que no estamos seguros de nada, ni siquiera del propio destino.
En resumen, "The Mastermind" es una película que nos invita a experimentar con las ilusiones y a cuestionar lo que consideramos verdadero. Es una película que nos hace sentir la seducción del atraco, pero también la tristeza de no poder escapar del sistema.