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Un beso puede generar más conexión emocional que tener relaciones sexuales, según afirma Raquel Mascaraque, experta en neurociencia. Durante un encuentro íntimo, las ondas cerebrales y los latidos del corazón se sincronizan con el de la otra persona, activando áreas del cerebro relacionadas con el apego, las emociones y el placer.
La zona sensible de los labios y la lengua están directamente conectadas con regiones cerebrales que procesan el tacto y la coordinación de los movimientos. Esto significa que un beso se siente en los labios, pero también en el cerebro. De hecho, estudios han demostrado que besar con frecuencia se asocia con una mayor satisfacción sexual y de pareja.
Durante un beso, el cuerpo libera dopamina, oxitocina y serotonina para generar esa conexión, darte placer e incitar a que vuelvas a hacerlo. Este "cóctel" de hormonas de la felicidad mejora el estado de ánimo y aumenta la confianza y la cercanía con la pareja.
Además, un beso implica una sorprendente conexión física y biológica. En solo diez segundos se pueden traspasar hasta 80 millones de bacterias y mover 146 músculos de la cara. Y no hay beso inocente, ya que el cerebro analiza inconscientemente la compatibilidad y evalúa la afinidad biológica.
Los estudios sugieren que el beso romántico puede utilizarse en las relaciones sexuales humanas para evaluar aspectos de la idoneidad de una posible pareja, mediar los sentidos de apego entre individuos emparejados o facilitar la excitación. Este gesto activa zonas cerebrales vinculadas al placer y al apego, y libera un torrente de neurotransmisores que refuerzan el vínculo afectivo y estimulan el deseo de repetir la experiencia.
La zona sensible de los labios y la lengua están directamente conectadas con regiones cerebrales que procesan el tacto y la coordinación de los movimientos. Esto significa que un beso se siente en los labios, pero también en el cerebro. De hecho, estudios han demostrado que besar con frecuencia se asocia con una mayor satisfacción sexual y de pareja.
Durante un beso, el cuerpo libera dopamina, oxitocina y serotonina para generar esa conexión, darte placer e incitar a que vuelvas a hacerlo. Este "cóctel" de hormonas de la felicidad mejora el estado de ánimo y aumenta la confianza y la cercanía con la pareja.
Además, un beso implica una sorprendente conexión física y biológica. En solo diez segundos se pueden traspasar hasta 80 millones de bacterias y mover 146 músculos de la cara. Y no hay beso inocente, ya que el cerebro analiza inconscientemente la compatibilidad y evalúa la afinidad biológica.
Los estudios sugieren que el beso romántico puede utilizarse en las relaciones sexuales humanas para evaluar aspectos de la idoneidad de una posible pareja, mediar los sentidos de apego entre individuos emparejados o facilitar la excitación. Este gesto activa zonas cerebrales vinculadas al placer y al apego, y libera un torrente de neurotransmisores que refuerzan el vínculo afectivo y estimulan el deseo de repetir la experiencia.