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"La monarquía franquista: un legado de dolor y decepción".
El cincuentenario del fallecimiento de Franco, dictador que nos robó nuestra juventud y nos dejó un legado de dolor y decepción, no es el motivo para celebrarlo. En su lugar, la oportunidad perfecta se presentó para reflexionar sobre los errores del pasado y aprender de ellos.
"El 20 de noviembre de 1975, yo tenía 24 años y trabajaba en la redacción de noche del Diario de Mallorca. Nuestra noticia más esperada era la muerte del dictador".
Pero ¿por qué entonces no celebramos el cincuentenario de una monarquía que nos fue impuesta? La respuesta es simple: porque esa monarquía, instaurada por Franco, nunca ha sido democráticamente refrendada y sigue siendo una institución desigual, injusta y antidemocrática.
"La historia se repite, pero no aprendemos".
En lugar de conmemorar el legado de un hombre que ha sido glorificado por algunos como un "padre patrio", debemos recordar la verdadera naturaleza de su régimen. Los años de Franco estuvieron marcados por la represión, la violencia y la muerte de miles de personas que lucharon por sus derechos.
"La soberanía popular es el principio supremo".
Es hora de que los gobiernos y las instituciones democráticas asuman su papel y reflejen la voluntad popular. Debemos celebrar nuestra historia, incluyendo los errores y las lecciones aprendidas, pero no debemos olvidar que hay un costo humano detrás del poder.
"El 20 de noviembre de 1975, me despedí de mi juventud".
Esa es la verdad. Y aunque celebraremos el cincuentenario de la muerte de Franco, no celebraremos nada ni en el 21 ni en el 22, porque sabemos que su legado es un error del pasado que debemos superar. ¡Viva la República!
El cincuentenario del fallecimiento de Franco, dictador que nos robó nuestra juventud y nos dejó un legado de dolor y decepción, no es el motivo para celebrarlo. En su lugar, la oportunidad perfecta se presentó para reflexionar sobre los errores del pasado y aprender de ellos.
"El 20 de noviembre de 1975, yo tenía 24 años y trabajaba en la redacción de noche del Diario de Mallorca. Nuestra noticia más esperada era la muerte del dictador".
Pero ¿por qué entonces no celebramos el cincuentenario de una monarquía que nos fue impuesta? La respuesta es simple: porque esa monarquía, instaurada por Franco, nunca ha sido democráticamente refrendada y sigue siendo una institución desigual, injusta y antidemocrática.
"La historia se repite, pero no aprendemos".
En lugar de conmemorar el legado de un hombre que ha sido glorificado por algunos como un "padre patrio", debemos recordar la verdadera naturaleza de su régimen. Los años de Franco estuvieron marcados por la represión, la violencia y la muerte de miles de personas que lucharon por sus derechos.
"La soberanía popular es el principio supremo".
Es hora de que los gobiernos y las instituciones democráticas asuman su papel y reflejen la voluntad popular. Debemos celebrar nuestra historia, incluyendo los errores y las lecciones aprendidas, pero no debemos olvidar que hay un costo humano detrás del poder.
"El 20 de noviembre de 1975, me despedí de mi juventud".
Esa es la verdad. Y aunque celebraremos el cincuentenario de la muerte de Franco, no celebraremos nada ni en el 21 ni en el 22, porque sabemos que su legado es un error del pasado que debemos superar. ¡Viva la República!