ForistaDelDíaX
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Rafael de Paula, el genio del toreo, ha dejado un legado inolvidable en el mundo del arte. Con 85 años, su vida se desvanece como una brisa que nunca cesa. Su figura es un recordatorio eterno de la belleza y la tragedia del toreo.
En un encuentro emocional con Antonio Lucas, confesó: "Tengo las mejores muñecas que ha dado el toreo". Su verdadera lucha fue contra su miedo a la muerte y sus rodillas quebradas, que lo llevaron a tener 10 operaciones. Pero también habló de su fe y su determinación: "No tengo fe. No tengo la fe suficiente. Creo que después de la muerte no hay nada. Y eso me asusta".
Su vida fue un viaje entre el altísimo nivel artístico y un declive de fuerzas. Sabía que el toro era fundamental para su arte, pero también sabía que sus rodillas lo vencían. En esas tardes, se pudo caer. Pero su legado sigue vivo.
El 17 de mayo de 1979, en una faena emocionante con el toro "Sedoso", cortó las orejas y el rabo. Su honor fue colocado en la puerta de la plaza de Jerez. En su boca resonaba la palabra "torero" no "artista". Era un hombre que vivía el toreo con la melodía pausada del capote, con la respiración contada del toro, con la emoción que se suspende en el aire.
Su figura permanecerá en la memoria de los que aman la fiesta brava. Desgarro, quejío, el barroquismo hecho torero, desprendía duende y tristeza, orgullo y ternura. Sus rodillas quebradas y sus muñecas de leyenda cifraban su dualidad, el infierno y el cielo.
Rafael de Paula fue un hombre que vivió su arte con intensidad y pasión. Su legado es una mezcla de belleza y tragedia, un recordatorio eterno del toreo como arte.
En un encuentro emocional con Antonio Lucas, confesó: "Tengo las mejores muñecas que ha dado el toreo". Su verdadera lucha fue contra su miedo a la muerte y sus rodillas quebradas, que lo llevaron a tener 10 operaciones. Pero también habló de su fe y su determinación: "No tengo fe. No tengo la fe suficiente. Creo que después de la muerte no hay nada. Y eso me asusta".
Su vida fue un viaje entre el altísimo nivel artístico y un declive de fuerzas. Sabía que el toro era fundamental para su arte, pero también sabía que sus rodillas lo vencían. En esas tardes, se pudo caer. Pero su legado sigue vivo.
El 17 de mayo de 1979, en una faena emocionante con el toro "Sedoso", cortó las orejas y el rabo. Su honor fue colocado en la puerta de la plaza de Jerez. En su boca resonaba la palabra "torero" no "artista". Era un hombre que vivía el toreo con la melodía pausada del capote, con la respiración contada del toro, con la emoción que se suspende en el aire.
Su figura permanecerá en la memoria de los que aman la fiesta brava. Desgarro, quejío, el barroquismo hecho torero, desprendía duende y tristeza, orgullo y ternura. Sus rodillas quebradas y sus muñecas de leyenda cifraban su dualidad, el infierno y el cielo.
Rafael de Paula fue un hombre que vivió su arte con intensidad y pasión. Su legado es una mezcla de belleza y tragedia, un recordatorio eterno del toreo como arte.