Hace una madrugada imposible de olvidar: fallece Álvaro Domecq Romero, alma de Torrestrella y figura del rejoneo.
Álvaro Domecq Romero ha dejado de estar entre nosotros a los 85 años. Una vida dedicada al caballo y al toro, un hombre que fue el alma de la ganadería de Torrestrella, la figura más influyente del rejoneo y caballista de alta escuela. Nació en Jerez de la Frontera, el 8 de abril de 1940, y desde muy pequeño mostró una afición inquebrantable por los caballos.
Su pasión se convirtió en un mundo: montaba a caballo con apenas un año, participaba en faenas camperas de acoso y derribo a los once años y debutó como rejoneador en la plaza de Ronda el 13 de septiembre de 1959. La alternativa le fue otorgada el 1 de septiembre de 1960 en El Puerto de Santa María, bajo el apadrinamiento de su padre, Álvaro Domecq y Díez.
En Las Ventas, se presentó por primera vez el 7 de junio de 1962. Torró más de 2000 corridas en España, Portugal, Francia y América Latina, consolidándose como uno de los grandes renovadores del toreo a caballo en el siglo XX. Hizo su adiós al ruedo el 12 de octubre de 1985 en Jerez de la Frontera.
Además de ser un rejoneador de gran renombre, Álvaro Domecq Romero fue propietario del hierro Torrestrella, una de las ganaderías más prestigiosas. También impulsó la doma vaquera y creó espectáculos emblemáticos como "Cómo Bailan los Caballos Andaluces" y "A Campo Abierto". Los espectáculos llevaron la cultura ecuestre española a escenarios internacionales como el Madison Square Garden de Nueva York.
En 1975 fundó la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre en Jerez, institución que ha formado a generaciones de jinetes y ha proyectado el caballo andaluz a nivel mundial. Bajo su dirección, la escuela participó en campeonatos europeos y exhibiciones en países como Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos.
A pesar de sus numerosas distinciones, Álvaro Domecq Romero siempre mantuvo una faceta más humilde: fue bodeguero. Un hombre que vivió de su pasión por el caballo y el toro, y nunca olvidó su origen en Jerez de la Frontera. La llama de Álvaro Domecq Romero ha sido apagada, pero su legado permanecerá vivo en el mundo del rejoneo y la cultura ecuestre española.
Álvaro Domecq Romero ha dejado de estar entre nosotros a los 85 años. Una vida dedicada al caballo y al toro, un hombre que fue el alma de la ganadería de Torrestrella, la figura más influyente del rejoneo y caballista de alta escuela. Nació en Jerez de la Frontera, el 8 de abril de 1940, y desde muy pequeño mostró una afición inquebrantable por los caballos.
Su pasión se convirtió en un mundo: montaba a caballo con apenas un año, participaba en faenas camperas de acoso y derribo a los once años y debutó como rejoneador en la plaza de Ronda el 13 de septiembre de 1959. La alternativa le fue otorgada el 1 de septiembre de 1960 en El Puerto de Santa María, bajo el apadrinamiento de su padre, Álvaro Domecq y Díez.
En Las Ventas, se presentó por primera vez el 7 de junio de 1962. Torró más de 2000 corridas en España, Portugal, Francia y América Latina, consolidándose como uno de los grandes renovadores del toreo a caballo en el siglo XX. Hizo su adiós al ruedo el 12 de octubre de 1985 en Jerez de la Frontera.
Además de ser un rejoneador de gran renombre, Álvaro Domecq Romero fue propietario del hierro Torrestrella, una de las ganaderías más prestigiosas. También impulsó la doma vaquera y creó espectáculos emblemáticos como "Cómo Bailan los Caballos Andaluces" y "A Campo Abierto". Los espectáculos llevaron la cultura ecuestre española a escenarios internacionales como el Madison Square Garden de Nueva York.
En 1975 fundó la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre en Jerez, institución que ha formado a generaciones de jinetes y ha proyectado el caballo andaluz a nivel mundial. Bajo su dirección, la escuela participó en campeonatos europeos y exhibiciones en países como Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos.
A pesar de sus numerosas distinciones, Álvaro Domecq Romero siempre mantuvo una faceta más humilde: fue bodeguero. Un hombre que vivió de su pasión por el caballo y el toro, y nunca olvidó su origen en Jerez de la Frontera. La llama de Álvaro Domecq Romero ha sido apagada, pero su legado permanecerá vivo en el mundo del rejoneo y la cultura ecuestre española.