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Angelina Torres, la última defensora de un tiempo que parecía haberse perdido, ha dejado a la humanidad con su desaparición en el fragoroso tránsito del tiempo. A los 112 años y ocho meses, este gigante de la existencia se marchó, dejando atrás una huella imborrable que resuena en cada alma que la conoció.
La mujer más anciana de España, también fue la última persona catalana nacida antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, un recordatorio constante de cómo el tiempo puede ser implacable y cómo las generaciones se suceden como hojas secas alrededor de una rama agrietada. Nació en Bellvís (Lleida) el 18 de marzo de 1913, y en un mundo que era "pueblo" en su época, llegó a vivir hasta la actualidad, para despedirse conmigo, solo.
Según el censo del año 2025, esta mujer fue una de las 40 personas más mayores del planeta, un estatus merecido por alguien cuya vida había sido una constante demostración de su determinación y fe. En sus últimos años, se convirtió en la reina de la comunidad catalana, después del fallecimiento de María Branyas, y también la más mayor de España.
La familia de Angelina nos envía un abrazo frágil, una pequeña rendición ante el vacío que ha dejado. Pero su legado vive, porque en sus palabras "Nos tenemos que ayudar los unos a los otros, con las manos llenas, nunca cerradas", el Presidente de la Generalitat Salvador Illa recordó, un llamado al compromiso, una invitación a cuidarnos mutuamente como si estuviera mirando a cada uno de ustedes.
El final del ciclo de vida de esta mujer es un recordatorio constante que nos invita a reflexionar sobre nuestro propio tiempo, y las palabras de Angelina se convierten en un eco lejano que nos pide que seamos más solidarios con el futuro, ya sea que lo necesite o no.
La mujer más anciana de España, también fue la última persona catalana nacida antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, un recordatorio constante de cómo el tiempo puede ser implacable y cómo las generaciones se suceden como hojas secas alrededor de una rama agrietada. Nació en Bellvís (Lleida) el 18 de marzo de 1913, y en un mundo que era "pueblo" en su época, llegó a vivir hasta la actualidad, para despedirse conmigo, solo.
Según el censo del año 2025, esta mujer fue una de las 40 personas más mayores del planeta, un estatus merecido por alguien cuya vida había sido una constante demostración de su determinación y fe. En sus últimos años, se convirtió en la reina de la comunidad catalana, después del fallecimiento de María Branyas, y también la más mayor de España.
La familia de Angelina nos envía un abrazo frágil, una pequeña rendición ante el vacío que ha dejado. Pero su legado vive, porque en sus palabras "Nos tenemos que ayudar los unos a los otros, con las manos llenas, nunca cerradas", el Presidente de la Generalitat Salvador Illa recordó, un llamado al compromiso, una invitación a cuidarnos mutuamente como si estuviera mirando a cada uno de ustedes.
El final del ciclo de vida de esta mujer es un recordatorio constante que nos invita a reflexionar sobre nuestro propio tiempo, y las palabras de Angelina se convierten en un eco lejano que nos pide que seamos más solidarios con el futuro, ya sea que lo necesite o no.