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"El optimismo en la era del fracaso"
La realidad parece haberse vuelto demasiado dura. La humanidad, que una vez se consideraba capaz de superar cualquier obstáculo, ahora se encuentra atrapada en un ciclo de desesperanza y rabia. Los hermanos Dardenne, ganadores de dos palmas de Oro con su última película, han observado este fenómeno con preocupación.
"No es la primera vez que nos encontramos ante una situación como esta", afirman. "El niño de la bicicleta" (1999) ya fue una película que se presentaba como un contraste, pero ahora parece que el mundo ha cambiado radicalmente. La clase trabajadora, que una vez dependía del Estado para sobrevivir, ahora se siente rechazada y marginada.
La maternidad, que siempre ha sido un tema importante en su cine, se ha convertido en un símbolo de la lucha por el futuro. Los bebés son ahora personajes centrales, y las familias están enfrentando desafíos económicos y sociales que parecen insuperables.
Pero hay algo más allá de la crisis económica. La gente se siente decepcionada con las élites que una vez las habían convencido para confiar en ellas. El rencor y el resentimiento han llevado a muchos a refugiarse en noticias falsas, teorías delirantes o mentiras palmarias.
"Es un suicidio colectivo de la clase trabajadora", afirma Jean-Pierre Dardenne. La desigualdad ha aumentado, y la gente se siente menospreciada. Los más desfavorecidos han encontrado una forma de protesta en el odio, lo que ha llevado a un incremento de las noticias falsas y las teorías delirantes.
Pero hay algo que puede cambiar esta situación. La excepción cultural europea, que siempre se ha defendido como un patrón de reconocimiento basado en la diversidad y la inclusión, ahora se encuentra bajo amenaza.
"Es necesario defenderla", afirma Luc Dardenne. "Si no queremos ser colonizados por un modelo único, la excepción cultural es una herramienta básica". El cine, que siempre ha sido un medio para contar la realidad, puede servir como una forma de purgar las bajas pasiones y ofrecer una alternativa a la rabia y el rencor.
En un mundo que parece haberse vuelto demasiado duro, el optimismo puede ser un acto revolucionario. Pero es necesario recordar que no todo se trata de triunfos sociales o políticos. Hay algo más allá de la crisis económica, algo que requiere una forma de resistencia y de lucha por un futuro mejor.
"El cine es una catarsis contra todo ese deseo de destruir", afirma Luc Dardenne. "El cine sirve para purgar las bajas pasiones". Quizá sea hora de recordar que la humanidad no está condenada a ser destruida, sino que puede encontrar formas de superar los obstáculos y construir un futuro más brillante.
				
			La realidad parece haberse vuelto demasiado dura. La humanidad, que una vez se consideraba capaz de superar cualquier obstáculo, ahora se encuentra atrapada en un ciclo de desesperanza y rabia. Los hermanos Dardenne, ganadores de dos palmas de Oro con su última película, han observado este fenómeno con preocupación.
"No es la primera vez que nos encontramos ante una situación como esta", afirman. "El niño de la bicicleta" (1999) ya fue una película que se presentaba como un contraste, pero ahora parece que el mundo ha cambiado radicalmente. La clase trabajadora, que una vez dependía del Estado para sobrevivir, ahora se siente rechazada y marginada.
La maternidad, que siempre ha sido un tema importante en su cine, se ha convertido en un símbolo de la lucha por el futuro. Los bebés son ahora personajes centrales, y las familias están enfrentando desafíos económicos y sociales que parecen insuperables.
Pero hay algo más allá de la crisis económica. La gente se siente decepcionada con las élites que una vez las habían convencido para confiar en ellas. El rencor y el resentimiento han llevado a muchos a refugiarse en noticias falsas, teorías delirantes o mentiras palmarias.
"Es un suicidio colectivo de la clase trabajadora", afirma Jean-Pierre Dardenne. La desigualdad ha aumentado, y la gente se siente menospreciada. Los más desfavorecidos han encontrado una forma de protesta en el odio, lo que ha llevado a un incremento de las noticias falsas y las teorías delirantes.
Pero hay algo que puede cambiar esta situación. La excepción cultural europea, que siempre se ha defendido como un patrón de reconocimiento basado en la diversidad y la inclusión, ahora se encuentra bajo amenaza.
"Es necesario defenderla", afirma Luc Dardenne. "Si no queremos ser colonizados por un modelo único, la excepción cultural es una herramienta básica". El cine, que siempre ha sido un medio para contar la realidad, puede servir como una forma de purgar las bajas pasiones y ofrecer una alternativa a la rabia y el rencor.
En un mundo que parece haberse vuelto demasiado duro, el optimismo puede ser un acto revolucionario. Pero es necesario recordar que no todo se trata de triunfos sociales o políticos. Hay algo más allá de la crisis económica, algo que requiere una forma de resistencia y de lucha por un futuro mejor.
"El cine es una catarsis contra todo ese deseo de destruir", afirma Luc Dardenne. "El cine sirve para purgar las bajas pasiones". Quizá sea hora de recordar que la humanidad no está condenada a ser destruida, sino que puede encontrar formas de superar los obstáculos y construir un futuro más brillante.