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Ana Rivero, la taquígrafa del Congreso de los Diputados, ha dedicado su vida a transcribir las palabras de los parlamentarios durante medio siglo. Su libro, "Luz y taquígrafa. Cincuenta años transcribiendo la Historia de España", es una crónica de sus experiencias en el hemiciclo, donde se enfrentó a las vicisitudes políticas y sociales del país.
Rivero recuerda cómo comenzó su carrera como taquígrafa en 1975, cuando tenía 21 años. En aquella época, el Congreso era un lugar "tan taciturno y endiosado" que ella se sintió "enfrentada a una realidad política muy diferente a la que había imaginado". Sin embargo, con el tiempo, se adaptó al entorno y aprendió a reconocer las mentiras y las contradicciones de los políticos.
Uno de los momentos más marcantes para Rivero fue en 1981, cuando se enfrentó a la crisis del Estado de Excepción. Recuerda cómo se sintió "como si estuviera en una película de thriller" cuando una guardia civil le dijo que había etarras en las tribunas y que no podía entrar al hemiciclo.
En sus 70 años, Rivero continúa trabajando como taquígrafa, aunque ya ha dejado de ser parte activa del Congreso. En su libro, expone sus experiencias como funcionaria y cómo se enfrentó a la censura y el acoso sexual en el hemiciclo.
A pesar de todo lo que ha visto, Rivero sigue creyendo en la importancia de la transparencia y la honestidad política. "El aborto, el divorcio, el matrimonio igualitario son derechos que siempre habrá que defender", sostiene. También destaca la necesidad de profundizar en la democracia y en la conciencia ciudadana.
Rivero ha creado un lenguaje propio para transcribir las palabras de los parlamentarios, aunque aún así tiene problemas con sus hermanos. A pesar de esto, sigue trabajando y escribiendo, y ahora se siente "con más vida que nunca".
Rivero recuerda cómo comenzó su carrera como taquígrafa en 1975, cuando tenía 21 años. En aquella época, el Congreso era un lugar "tan taciturno y endiosado" que ella se sintió "enfrentada a una realidad política muy diferente a la que había imaginado". Sin embargo, con el tiempo, se adaptó al entorno y aprendió a reconocer las mentiras y las contradicciones de los políticos.
Uno de los momentos más marcantes para Rivero fue en 1981, cuando se enfrentó a la crisis del Estado de Excepción. Recuerda cómo se sintió "como si estuviera en una película de thriller" cuando una guardia civil le dijo que había etarras en las tribunas y que no podía entrar al hemiciclo.
En sus 70 años, Rivero continúa trabajando como taquígrafa, aunque ya ha dejado de ser parte activa del Congreso. En su libro, expone sus experiencias como funcionaria y cómo se enfrentó a la censura y el acoso sexual en el hemiciclo.
A pesar de todo lo que ha visto, Rivero sigue creyendo en la importancia de la transparencia y la honestidad política. "El aborto, el divorcio, el matrimonio igualitario son derechos que siempre habrá que defender", sostiene. También destaca la necesidad de profundizar en la democracia y en la conciencia ciudadana.
Rivero ha creado un lenguaje propio para transcribir las palabras de los parlamentarios, aunque aún así tiene problemas con sus hermanos. A pesar de esto, sigue trabajando y escribiendo, y ahora se siente "con más vida que nunca".