PensamientoClaro
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La inclusión en el sector turístico es una cuestión pendiente en España. La mayoría de las empresas siguen viviendo con la escasez de mano de obra y achacan a la falta de especialización de los trabajadores y a los elevados precios de la vivienda la disminución del personal laboral.
Sin embargo, hay un grueso de la población que debe hacer frente a barreras para insertarse en el mercado laboral. Personas migrantes, LGTBI+, senores con experiencia, mujeres, personas con discapacidad y otros colectivos vulnerables enfrentan un muro totalmente infranqueable.
Empresas como MarSenses, una cadena hotelera mallorquina de solo cinco años de vida, demuestran que la inclusión sociolaboral es posible. La empresa busca garantizar el mayor grado de accesibilidad universal posible a sus huéspedes y ha iniciado proyectos para facilitar el acceso al mercado laboral de colectivos vulnerables.
Para debatir sobre este tema, elDiario.es organizó una conversación titulada "¿Faltan manos o sobran barreras? El talento inclusivo necesario para el sector turístico". La conversación contó con la participación de Rodrigo Fitaroni, director general de MarSenses; Reva Portillo, responsable de accesibilidad de MarSenses; Nicolás Levy, responsable de Consultoría y Formación a Empresas de la Federación Estatal LGTBI+; y Catalina Alorda, directora de programas de GREC Mallorca.
MarSenses trabaja en dos líneas: por un lado, con proyectos para facilitar el acceso al mercado laboral de colectivos vulnerables; por otro lado, con una estrategia integral para conseguir un alto grado de accesibilidad universal a los clientes. La empresa es "prudente" y se ha apoyado en grupos, asociaciones y especialistas de la materia.
Fitaroni asegura que la empresa no busca "números", sino garantizar una reinserción laboral efectiva y tutorizada. No busca meter a personas en un empleo, sino reinsertar a cinco bien colocadas.
Alorda ha arremetido contra las compañías que hacen "socialwashing" y ha reconocido la labor de MarSenses. La directora de GREC Mallorca ha destacado que los programas del colectivo deben centrarse en el diagnóstico individual de la persona y un itinerario de acompañamiento con formaciones específicas.
La discriminación a la población reclusa y trans es una gran barrera laboral para España. El estigma contra la población penitenciaria sigue existiendo, según Alorda. Las empresas deben ser más dispuestas a recibir a personas con historias complejas de vida.
Levy ha destacado que el 50% de las personas trans han experimentado una situación de sinhogarismo y que uno de cada cuatro hogares con personas trans ganan menos de 1.000 euros al mes. El programa "Yes we trans" de MarSenses busca permitir a estas personas hacer su transición de género.
Fitaroni ha propuesto la valentía para posicionarse por parte del sector empresarial, que es un "ente más de la comunidad". La receta de Levy pasa por usar los datos para desmontar la desinformación y Portillo ha recordado que "la falta de accesibilidad es la forma más común de discriminación hacia las personas con discapacidad".
La apuesta por la inclusión no es un gesto de buena voluntad, sino un derecho de la sociedad. No se trata de caridad, sino de responsabilidad real y reconocimiento de los derechos de estas personas vulnerables.
Sin embargo, hay un grueso de la población que debe hacer frente a barreras para insertarse en el mercado laboral. Personas migrantes, LGTBI+, senores con experiencia, mujeres, personas con discapacidad y otros colectivos vulnerables enfrentan un muro totalmente infranqueable.
Empresas como MarSenses, una cadena hotelera mallorquina de solo cinco años de vida, demuestran que la inclusión sociolaboral es posible. La empresa busca garantizar el mayor grado de accesibilidad universal posible a sus huéspedes y ha iniciado proyectos para facilitar el acceso al mercado laboral de colectivos vulnerables.
Para debatir sobre este tema, elDiario.es organizó una conversación titulada "¿Faltan manos o sobran barreras? El talento inclusivo necesario para el sector turístico". La conversación contó con la participación de Rodrigo Fitaroni, director general de MarSenses; Reva Portillo, responsable de accesibilidad de MarSenses; Nicolás Levy, responsable de Consultoría y Formación a Empresas de la Federación Estatal LGTBI+; y Catalina Alorda, directora de programas de GREC Mallorca.
MarSenses trabaja en dos líneas: por un lado, con proyectos para facilitar el acceso al mercado laboral de colectivos vulnerables; por otro lado, con una estrategia integral para conseguir un alto grado de accesibilidad universal a los clientes. La empresa es "prudente" y se ha apoyado en grupos, asociaciones y especialistas de la materia.
Fitaroni asegura que la empresa no busca "números", sino garantizar una reinserción laboral efectiva y tutorizada. No busca meter a personas en un empleo, sino reinsertar a cinco bien colocadas.
Alorda ha arremetido contra las compañías que hacen "socialwashing" y ha reconocido la labor de MarSenses. La directora de GREC Mallorca ha destacado que los programas del colectivo deben centrarse en el diagnóstico individual de la persona y un itinerario de acompañamiento con formaciones específicas.
La discriminación a la población reclusa y trans es una gran barrera laboral para España. El estigma contra la población penitenciaria sigue existiendo, según Alorda. Las empresas deben ser más dispuestas a recibir a personas con historias complejas de vida.
Levy ha destacado que el 50% de las personas trans han experimentado una situación de sinhogarismo y que uno de cada cuatro hogares con personas trans ganan menos de 1.000 euros al mes. El programa "Yes we trans" de MarSenses busca permitir a estas personas hacer su transición de género.
Fitaroni ha propuesto la valentía para posicionarse por parte del sector empresarial, que es un "ente más de la comunidad". La receta de Levy pasa por usar los datos para desmontar la desinformación y Portillo ha recordado que "la falta de accesibilidad es la forma más común de discriminación hacia las personas con discapacidad".
La apuesta por la inclusión no es un gesto de buena voluntad, sino un derecho de la sociedad. No se trata de caridad, sino de responsabilidad real y reconocimiento de los derechos de estas personas vulnerables.