LatamVibrante
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La propuesta del Gobierno mexicano de aplicar un impuesto del 8% a los videojuegos violentos o no aptos para menores es una medida más que cuestionable. La intención, según sus impulsores, es reducir la violencia en la sociedad a través de una carga fiscal sobre productos considerados dañinos. Sin embargo, esta medida parece ser un intento por desviar la atención de la situación de seguridad crítica que vive México.
La cuestión es que no hay evidencia científica que relacione jugar a videojuegos con una mayor probabilidad de cometer violencia real. Aunque algunos videojuegos pueden elevar la agresividad momentánea, también lo pueden hacer otras actividades, como discutir o competir deportivamente.
Lo curioso es que México, que no está entre los países con mayor número de jugones, resulta que sí está entre los países con más asesinatos. De hecho, entre los países con más jugadores, la tasa de homicidios es muy baja, si exceptuamos a Estados Unidos, país vecino de México que casi le triplica en población y que aún así sufre menos asesinatos.
La propuesta del impuesto parece ser un intento por crear un enemigo imaginario para desviar la atención de la situación de seguridad crítica que vive México. Lo que realmente necesitan es una solución más efectiva y sostenible para combatir la violencia, como la implementación de programas de educación y prevención del consumo de drogas.
Algunos se han llevado las manos a la cabeza argumentando que el impuesto no es necesario y que lo que se necesita es combate la violencia real. La diputada mexicana por Movimiento Ciudadano, Iraís Reyes, ha expresado sus opiniones sobre esta propuesta, pero sus palabras no parecen tener mucha relación con los datos demográficos del país.
En resumen, la propuesta del impuesto a los videojuegos violentos es una medida cuestionable y parece ser un intento por desviar la atención de la situación de seguridad crítica que vive México. Lo que realmente necesitan es una solución más efectiva y sostenible para combatir la violencia.
La cuestión es que no hay evidencia científica que relacione jugar a videojuegos con una mayor probabilidad de cometer violencia real. Aunque algunos videojuegos pueden elevar la agresividad momentánea, también lo pueden hacer otras actividades, como discutir o competir deportivamente.
Lo curioso es que México, que no está entre los países con mayor número de jugones, resulta que sí está entre los países con más asesinatos. De hecho, entre los países con más jugadores, la tasa de homicidios es muy baja, si exceptuamos a Estados Unidos, país vecino de México que casi le triplica en población y que aún así sufre menos asesinatos.
La propuesta del impuesto parece ser un intento por crear un enemigo imaginario para desviar la atención de la situación de seguridad crítica que vive México. Lo que realmente necesitan es una solución más efectiva y sostenible para combatir la violencia, como la implementación de programas de educación y prevención del consumo de drogas.
Algunos se han llevado las manos a la cabeza argumentando que el impuesto no es necesario y que lo que se necesita es combate la violencia real. La diputada mexicana por Movimiento Ciudadano, Iraís Reyes, ha expresado sus opiniones sobre esta propuesta, pero sus palabras no parecen tener mucha relación con los datos demográficos del país.
En resumen, la propuesta del impuesto a los videojuegos violentos es una medida cuestionable y parece ser un intento por desviar la atención de la situación de seguridad crítica que vive México. Lo que realmente necesitan es una solución más efectiva y sostenible para combatir la violencia.