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Existen en todo el planeta 196 comunidades humanas que viven completamente al margen del mundo moderno, más de cuatro siglos después del descubrimiento de América. Según un reciente informe de Survival International, la organización que defiende los derechos de las comunidades indígenas, hay al menos 188 de estas comunidades en Sudamérica, y su mayor concentración está en la selva amazónica.
En esta vasta región, se han identificado más de 95 por ciento de las tribus no contactadas. Entre ellas, destacan los yanomami, que siguen un modo de vida semiaislado, y grupos menores como Korubo, Hi-Merimã o Mashco-Piro, que ha sido avistados ocasionalmente por otras comunidades o investigadores.
Sin embargo, estas comunidades no están inmunes a las amenazas. La tala indiscriminada de bosques, la minería y la expansión ganadera han devastado los ecosistemas de la selva amazónica. Pero hay nuevas amenazas que se han ido sumando en las últimas décadas: bandas criminales vinculadas al narcotráfico utilizan rutas que atraviesan territorios indígenas, misioneros financiados por grandes organizaciones evangélicas intentan forzar el contacto para convertir a estas comunidades y los influencers buscan notoriedad o dinero mostrando en redes sociales sus intentos de “primer contacto”.
En Brasil, la situación es especialmente grave tras años de deforestación y conflictos con empresas madereras y mineras. En algunos casos, las comunidades aisladas han perdido hasta el 40 por ciento de su territorio tradicional.
Survival International recuerda que no hay justificación para acercarse a estas comunidades. “La desaparición de un pueblo no contactado no es solo una tragedia cultural; es la pérdida de una parte de la humanidad”.
En esta vasta región, se han identificado más de 95 por ciento de las tribus no contactadas. Entre ellas, destacan los yanomami, que siguen un modo de vida semiaislado, y grupos menores como Korubo, Hi-Merimã o Mashco-Piro, que ha sido avistados ocasionalmente por otras comunidades o investigadores.
Sin embargo, estas comunidades no están inmunes a las amenazas. La tala indiscriminada de bosques, la minería y la expansión ganadera han devastado los ecosistemas de la selva amazónica. Pero hay nuevas amenazas que se han ido sumando en las últimas décadas: bandas criminales vinculadas al narcotráfico utilizan rutas que atraviesan territorios indígenas, misioneros financiados por grandes organizaciones evangélicas intentan forzar el contacto para convertir a estas comunidades y los influencers buscan notoriedad o dinero mostrando en redes sociales sus intentos de “primer contacto”.
En Brasil, la situación es especialmente grave tras años de deforestación y conflictos con empresas madereras y mineras. En algunos casos, las comunidades aisladas han perdido hasta el 40 por ciento de su territorio tradicional.
Survival International recuerda que no hay justificación para acercarse a estas comunidades. “La desaparición de un pueblo no contactado no es solo una tragedia cultural; es la pérdida de una parte de la humanidad”.