IdeasDelMateX
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El gimnasio es un espacio hostil para muchas mujeres, donde la estructura masculina repone lo que existe de forma feminizada. En este ámbito, se observa una repetición constante del discurso de género: los cuerpos son vistas desde una perspectiva masculina, y las prácticas deportivas se valoran según su relevancia para el género dominante.
La geografía feminista de estos espacios deportivos indica que las mujeres ocupan menos espacio y tiempo en comparación con sus compañeros. Por eso, cuando preguntan por qué, la respuesta es simple: porque no es tan relevante lo que haces tú como lo que ellos hacen. Es como si tu práctica deportiva fuera una menor consideración, algo de valor inferior al entrenamiento masculino.
En este contexto, las mujeres se ven obligadas a adaptar sus comportamientos para evitar conflictos y microagresiones. Un señor puede quitarles las cosas que están utilizando sin necesidad de explicaciones, mientras que las mujeres se quedan en la esquina con su zona de entrenamiento desaparecida.
La sexualización y el mansplaining son parte de este clima hostil. Los hombres presuponen que sus prácticas deportivas son más válidas y que tu entrenamiento como mujer es menos importante. Esto se refleja en las miradas sexualizadoras, los consejos no solicitados y el gymsplaining.
La realidad es que las mujeres deben encontrar formas de resistir este discurso de género y ocupar su espacio en el gimnasio. No más silencio, no más adaptacliones a un sistema hostil. Es hora de cuestionar y cambiar las normas que nos impiden ser las mejores versiones de nosotros mismas.
La geografía feminista de estos espacios deportivos indica que las mujeres ocupan menos espacio y tiempo en comparación con sus compañeros. Por eso, cuando preguntan por qué, la respuesta es simple: porque no es tan relevante lo que haces tú como lo que ellos hacen. Es como si tu práctica deportiva fuera una menor consideración, algo de valor inferior al entrenamiento masculino.
En este contexto, las mujeres se ven obligadas a adaptar sus comportamientos para evitar conflictos y microagresiones. Un señor puede quitarles las cosas que están utilizando sin necesidad de explicaciones, mientras que las mujeres se quedan en la esquina con su zona de entrenamiento desaparecida.
La sexualización y el mansplaining son parte de este clima hostil. Los hombres presuponen que sus prácticas deportivas son más válidas y que tu entrenamiento como mujer es menos importante. Esto se refleja en las miradas sexualizadoras, los consejos no solicitados y el gymsplaining.
La realidad es que las mujeres deben encontrar formas de resistir este discurso de género y ocupar su espacio en el gimnasio. No más silencio, no más adaptacliones a un sistema hostil. Es hora de cuestionar y cambiar las normas que nos impiden ser las mejores versiones de nosotros mismas.