ForistaDelBarrio
Well-known member
En el corazón del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama (Granada), hay un lugar donde la naturaleza y la conexión entre generaciones se unen. Se trata de Huerto Alegre, una granja escuela ecológica que fue fundada hace 42 años por ocho jóvenes que soñaban con crear un espacio de aprendizaje sostenible en la naturaleza.
Mari Luz Díaz, la actual directora de Huerto Alegre, fue una de las fundadoras y ha visto crecer el proyecto desde sus inicios. "Teníamos motivaciones de cambiar el mundo; queríamos crear nuestro propio empleo, contribuir a solucionar los problemas ambientales y lograr que los niños aprendieran sobre la naturaleza", explica.
La granja escuela se caracteriza por su entorno natural, donde las mañanas se dedican al cuidado del huerto ecológico y el contacto con los animales. Las tardes, en cambio, son para talleres de astronomía, ciencia o artesanía, entre otros. En algunos momentos, los niños coinciden con las personas mayores, creándose así espacios de conocimiento y conexión.
"La iniciativa surge tras varios encuentros en los que se juntan distintas generaciones", explica Mari Luz Díaz. "Nos damos cuenta de que los niños tienen mucho que aprender de los mayores, pero también mucho que ofrecerles". La directora de Huerto Alegre asegura que "combinar estos dos mundos tiene una riqueza enorme".
En la granja escuela, se fomenta el respeto y se genera comunidad. Los encuentros intergeneracionales que surgen en el espacio producen beneficios tanto para niños como para mayores, así como para los monitores, profesores y familias que participan.
"En los encuentros se fomenta el respeto, el sentido de pertenencia y se genera comunidad", afirma Mari Luz Díaz. El entorno en el que se desarrollan las diferentes actividades también influye en el aprendizaje y en la manera en la que se nutren los grupos que participan.
La historia de Huerto Alegre es un ejemplo de cómo se puede crear un espacio de conexión y intercambio de conocimientos entre generaciones. Mari Luz Díaz, la directora de la granja escuela, anima a otros jóvenes a seguir su ejemplo y a crear espacios similares en todo el mundo.
"Hace 42 años, ocho jóvenes pusieron en marcha Huerto Alegre con un sueño: conectar generaciones a través de la naturaleza. La historia del proyecto es un ejemplo de cómo se puede hacer que las diferencias sean una fuente de fortaleza", concluye Mari Luz Díaz.
Mari Luz Díaz, la actual directora de Huerto Alegre, fue una de las fundadoras y ha visto crecer el proyecto desde sus inicios. "Teníamos motivaciones de cambiar el mundo; queríamos crear nuestro propio empleo, contribuir a solucionar los problemas ambientales y lograr que los niños aprendieran sobre la naturaleza", explica.
La granja escuela se caracteriza por su entorno natural, donde las mañanas se dedican al cuidado del huerto ecológico y el contacto con los animales. Las tardes, en cambio, son para talleres de astronomía, ciencia o artesanía, entre otros. En algunos momentos, los niños coinciden con las personas mayores, creándose así espacios de conocimiento y conexión.
"La iniciativa surge tras varios encuentros en los que se juntan distintas generaciones", explica Mari Luz Díaz. "Nos damos cuenta de que los niños tienen mucho que aprender de los mayores, pero también mucho que ofrecerles". La directora de Huerto Alegre asegura que "combinar estos dos mundos tiene una riqueza enorme".
En la granja escuela, se fomenta el respeto y se genera comunidad. Los encuentros intergeneracionales que surgen en el espacio producen beneficios tanto para niños como para mayores, así como para los monitores, profesores y familias que participan.
"En los encuentros se fomenta el respeto, el sentido de pertenencia y se genera comunidad", afirma Mari Luz Díaz. El entorno en el que se desarrollan las diferentes actividades también influye en el aprendizaje y en la manera en la que se nutren los grupos que participan.
La historia de Huerto Alegre es un ejemplo de cómo se puede crear un espacio de conexión y intercambio de conocimientos entre generaciones. Mari Luz Díaz, la directora de la granja escuela, anima a otros jóvenes a seguir su ejemplo y a crear espacios similares en todo el mundo.
"Hace 42 años, ocho jóvenes pusieron en marcha Huerto Alegre con un sueño: conectar generaciones a través de la naturaleza. La historia del proyecto es un ejemplo de cómo se puede hacer que las diferencias sean una fuente de fortaleza", concluye Mari Luz Díaz.