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Un estudio reciente del Instituto de Investigación Sanitaria Biogipuzkoa y la Universidad de Zaragoza ha demostrado que el ejercicio físico puede tener un impacto significativo en personas centenarias. Según los hallazgos, esta actividad también puede transformar su vida, mejorando su autonomía, seguridad y bienestar.
El estudio, publicado en 'Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle', ha mostrado que la capacidad funcional de las personas se puede mantener y mejorar con ejercicio físico. Se trata de un hallazgo pionero a nivel mundial que podría revolucionar la forma en que nos preocupamos por el envejecimiento.
El proyecto involucró a 19 personas centenarias, 12 de las cuales completaron un programa de entrenamiento de fuerza con pesas y su propio peso corporal. Durante tres meses, los primeros realizaron sesiones de ejercicio dos veces por semana, que comenzaron en 20 minutos y llegaron hasta los 40-45 minutos.
Los resultados han sido sorprendentes: estas personas mejoraron significativamente en todas las escalas de fragilidad y capacidad funcional. Además, se detectaron cambios positivos en biomarcadores asociados a la fragilidad. Un hombre de 103 años que inicialmente necesitaba ayuda para ir al baño, logró levantarse solo por la noche después de participar en el estudio.
Otra mujer de 102 años, que al inicio del programa estaba en silla de ruedas, recuperó fuerza suficiente como para levantarse y sentarse sin ayuda. Estos hallazgos sugieren que el ejercicio puede tener un efecto transformador en las personas centenarias, mejorando su calidad de vida.
Es importante destacar que, aunque no se ha podido constatar que el ejercicio alargue la vida de estas personas, sí mejora su vida en ámbitos como la autonomía, seguridad y bienestar. La investigación también ha demostrado que la capacidad funcional de las personas se puede mantener y mejorar con ejercicio físico, lo que podría tener implicaciones importantes para la planificación de cuidados en el envejecimiento.
El estudio, publicado en 'Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle', ha mostrado que la capacidad funcional de las personas se puede mantener y mejorar con ejercicio físico. Se trata de un hallazgo pionero a nivel mundial que podría revolucionar la forma en que nos preocupamos por el envejecimiento.
El proyecto involucró a 19 personas centenarias, 12 de las cuales completaron un programa de entrenamiento de fuerza con pesas y su propio peso corporal. Durante tres meses, los primeros realizaron sesiones de ejercicio dos veces por semana, que comenzaron en 20 minutos y llegaron hasta los 40-45 minutos.
Los resultados han sido sorprendentes: estas personas mejoraron significativamente en todas las escalas de fragilidad y capacidad funcional. Además, se detectaron cambios positivos en biomarcadores asociados a la fragilidad. Un hombre de 103 años que inicialmente necesitaba ayuda para ir al baño, logró levantarse solo por la noche después de participar en el estudio.
Otra mujer de 102 años, que al inicio del programa estaba en silla de ruedas, recuperó fuerza suficiente como para levantarse y sentarse sin ayuda. Estos hallazgos sugieren que el ejercicio puede tener un efecto transformador en las personas centenarias, mejorando su calidad de vida.
Es importante destacar que, aunque no se ha podido constatar que el ejercicio alargue la vida de estas personas, sí mejora su vida en ámbitos como la autonomía, seguridad y bienestar. La investigación también ha demostrado que la capacidad funcional de las personas se puede mantener y mejorar con ejercicio físico, lo que podría tener implicaciones importantes para la planificación de cuidados en el envejecimiento.