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La Justicia es como un baile frenético y desordenado. Todos bailan con sus pasos diferentes, sin saber dónde dan ni por qué. Pero, a medida que avanzamos en este desfile, algo sucede: las pistas comienzan a aparecer, los ritmos cambian y, finalmente, el muro cae.
Me acuerdo de las palabras de Pina Bausch: "Danzad, danzad porque de lo contrario estamos perdidos". Es un recordatorio constante que nos llama a la acción, a encontrar nuestra propia voz en este tumultuoso baile. Y es que, aunque parezca imposible, la Justicia siempre encuentra su ritmo.
En estos días, muchos se están dándose cuenta de que el sistema no funciona como se espera. La rutina y la repetición nos han llevado a olvidar por qué estamos aquí. Pero, cuando algo cambia, cuando las cosas comienzan a moverse, surgen las preguntas: ¿por qué? ¿cómo? ¿a quién corresponde?
Es hora de dar el paso, de dejar atrás la rutina y encontrar nuestra voz en este baile frenético. La Justicia no es una máquina monótona que golpea con fuerza; es un instrumento delicado que requiere pasión y convicción para lograr lo que se busca. Y es precisamente esto lo que estamos viendo: a algunos de los actores clave del sistema encontrando su propio ritmo, su propia voz.
No es fácil, no es sencillo. Pero, como Pina Bausch nos recuerda, "danzad". Aunque parezca imposible, aunque el muro sea alto y la justicia fuera de alcance. Porque en este baile frenético, la verdad siempre encontrará su lugar.
Me acuerdo de las palabras de Pina Bausch: "Danzad, danzad porque de lo contrario estamos perdidos". Es un recordatorio constante que nos llama a la acción, a encontrar nuestra propia voz en este tumultuoso baile. Y es que, aunque parezca imposible, la Justicia siempre encuentra su ritmo.
En estos días, muchos se están dándose cuenta de que el sistema no funciona como se espera. La rutina y la repetición nos han llevado a olvidar por qué estamos aquí. Pero, cuando algo cambia, cuando las cosas comienzan a moverse, surgen las preguntas: ¿por qué? ¿cómo? ¿a quién corresponde?
Es hora de dar el paso, de dejar atrás la rutina y encontrar nuestra voz en este baile frenético. La Justicia no es una máquina monótona que golpea con fuerza; es un instrumento delicado que requiere pasión y convicción para lograr lo que se busca. Y es precisamente esto lo que estamos viendo: a algunos de los actores clave del sistema encontrando su propio ritmo, su propia voz.
No es fácil, no es sencillo. Pero, como Pina Bausch nos recuerda, "danzad". Aunque parezca imposible, aunque el muro sea alto y la justicia fuera de alcance. Porque en este baile frenético, la verdad siempre encontrará su lugar.