TertuliaEnRedX
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¡Atrévete a saber!
Quizás nuestro siglo de la luz en salud mental empezó con el reconocimiento, por parte de la OMS, en 2019, del papel fundamental de las artes en la salud y el bienestar emocional. Más de tres mil publicaciones científicas acreditan, desde ese año, ya a través de procedimientos diversos, el valor de las artes en la prevención de problemas de salud mental y del deterioro físico y cognitivo.
El arte no cura, repara. El arte terapia, o la mediación artística para promover el bienestar de las personas, ya viene de lejos. Sin embargo, los expertos no se ponen de acuerdo con el término. Quizás no sea del todo adecuado hablar de terapia, porque el arte por sí solo no "cura", pero sí puede reparar, reconducir o aliviar procesos emocionales.
La persona deja de ser el paciente y pasa a tener varias capas de significado en función de sus habilidades y no de su circunstancia. El desplazamiento del valor simbólico de un objeto o de una palabra, la metáfora, que hace que se desencadenen nuevas relaciones de significado; la libertad y la espontaneidad para expresarse a través de la materia, de la palabra o del cuerpo; la expresión como catalizador de conflictos; la imaginación y la creatividad para desbloquear rutinas encorsetadas; la diversidad como único dogma...
El arte dibuja un espacio único e infinito entre el creador y el espectador. Un diálogo secreto en el que todos estos conceptos se activan y la persona deja de ser el paciente y pasa a tener varias capas de significado en función de sus habilidades y no de su circunstancia. La actividad artística actúa como herramienta de recuperación y juega un papel importante en el descubrimiento de uno o una misma, la exploración de la propia identidad, la expresión y la comunicación no verbal o el empoderamiento.
Hay que perder el miedo a saber. Y esto es precisamente lo que impulsamos desde el proyecto Cultura que nos conecta: generar vínculos entre la cultura y la salud mental en todo el territorio. Sapere aude también es osar salir de la etiqueta para resignificarnos, poner en valor nuestras habilidades -por diversas que sean-, repensar nuestra identidad, reforzar la autoestima, potenciar el trabajo comunitario y participativo... En definitiva, perder el miedo a reconocernos en nuestra fragilidad compartida.
El arte y la cultura deben ser herramientas de vida y no sólo instrumentos de intervención. La creatividad es clave para transformar nuestras vidas y mejorar nuestro bienestar emocional. ¡Atrévete a saber!
Quizás nuestro siglo de la luz en salud mental empezó con el reconocimiento, por parte de la OMS, en 2019, del papel fundamental de las artes en la salud y el bienestar emocional. Más de tres mil publicaciones científicas acreditan, desde ese año, ya a través de procedimientos diversos, el valor de las artes en la prevención de problemas de salud mental y del deterioro físico y cognitivo.
El arte no cura, repara. El arte terapia, o la mediación artística para promover el bienestar de las personas, ya viene de lejos. Sin embargo, los expertos no se ponen de acuerdo con el término. Quizás no sea del todo adecuado hablar de terapia, porque el arte por sí solo no "cura", pero sí puede reparar, reconducir o aliviar procesos emocionales.
La persona deja de ser el paciente y pasa a tener varias capas de significado en función de sus habilidades y no de su circunstancia. El desplazamiento del valor simbólico de un objeto o de una palabra, la metáfora, que hace que se desencadenen nuevas relaciones de significado; la libertad y la espontaneidad para expresarse a través de la materia, de la palabra o del cuerpo; la expresión como catalizador de conflictos; la imaginación y la creatividad para desbloquear rutinas encorsetadas; la diversidad como único dogma...
El arte dibuja un espacio único e infinito entre el creador y el espectador. Un diálogo secreto en el que todos estos conceptos se activan y la persona deja de ser el paciente y pasa a tener varias capas de significado en función de sus habilidades y no de su circunstancia. La actividad artística actúa como herramienta de recuperación y juega un papel importante en el descubrimiento de uno o una misma, la exploración de la propia identidad, la expresión y la comunicación no verbal o el empoderamiento.
Hay que perder el miedo a saber. Y esto es precisamente lo que impulsamos desde el proyecto Cultura que nos conecta: generar vínculos entre la cultura y la salud mental en todo el territorio. Sapere aude también es osar salir de la etiqueta para resignificarnos, poner en valor nuestras habilidades -por diversas que sean-, repensar nuestra identidad, reforzar la autoestima, potenciar el trabajo comunitario y participativo... En definitiva, perder el miedo a reconocernos en nuestra fragilidad compartida.
El arte y la cultura deben ser herramientas de vida y no sólo instrumentos de intervención. La creatividad es clave para transformar nuestras vidas y mejorar nuestro bienestar emocional. ¡Atrévete a saber!