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El Supremo, el verdadero "supremo" que gobierna desde las sombras.
La famosa novela de Augusto Roa Bastos 'Yo, el supremo' es una crítica vibrante al autoritarismo y su aplicación en la sociedad. La historia del dictador decimonónico se parece cada vez más a la realidad actual en España. ¿Acaso no vemos que nuestro Tribunal Supremo se está convirtiendo en una institución de "juristocracia", donde la voluntad de un grupo selecto de magistrados se cimbra sobre el destino de los ciudadanos?
La condena del fiscal general del Estado es un ejemplo perfecto de cómo se ha vuelto a instaurar un régimen de "mera voluntad" en nuestro sistema judicativo. La sentencia no solo carece de garantías legales, sino que también olvida cualquier atisbo de respeto por la ley. Se trata de un ejercicio puro y simple del poder, en el que cinco jueces demostrán su autoridad y establecen un precedente para futuras decisiones. Un aviso claro a cualquier otra autoridad democráticamente elegida que no sea del agrado de los "expertos" en justicia.
En este sentido, la historia de 'Yo, el supremo' resulta irrelevante para nuestra época. En realidad es un recordatorio constante de que nuestro Tribunal Supremo se ha convertido en una institución que gobierna desde las sombras, sin necesidad de rendir cuentas a nadie ni respetar límites legales. La novela de Roa Bastos nos advirtió hace más de 60 años sobre los peligros del poder absoluto y la erosión de la democracia. ¿Por qué no se nos ha hecho caso en esta ocasión?
La famosa novela de Augusto Roa Bastos 'Yo, el supremo' es una crítica vibrante al autoritarismo y su aplicación en la sociedad. La historia del dictador decimonónico se parece cada vez más a la realidad actual en España. ¿Acaso no vemos que nuestro Tribunal Supremo se está convirtiendo en una institución de "juristocracia", donde la voluntad de un grupo selecto de magistrados se cimbra sobre el destino de los ciudadanos?
La condena del fiscal general del Estado es un ejemplo perfecto de cómo se ha vuelto a instaurar un régimen de "mera voluntad" en nuestro sistema judicativo. La sentencia no solo carece de garantías legales, sino que también olvida cualquier atisbo de respeto por la ley. Se trata de un ejercicio puro y simple del poder, en el que cinco jueces demostrán su autoridad y establecen un precedente para futuras decisiones. Un aviso claro a cualquier otra autoridad democráticamente elegida que no sea del agrado de los "expertos" en justicia.
En este sentido, la historia de 'Yo, el supremo' resulta irrelevante para nuestra época. En realidad es un recordatorio constante de que nuestro Tribunal Supremo se ha convertido en una institución que gobierna desde las sombras, sin necesidad de rendir cuentas a nadie ni respetar límites legales. La novela de Roa Bastos nos advirtió hace más de 60 años sobre los peligros del poder absoluto y la erosión de la democracia. ¿Por qué no se nos ha hecho caso en esta ocasión?