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Sanae Takaichi, la primera ministra de Japón, está convirtiendo a Japón en una especie de "Estado autoritario" que busca aislarse del mundo y mantener su soberanía por encima de todo. Con un perfil ultraconservador y nacionalista, esta líder del Partido Liberal Democrático (PLD) ha reemplazado a Shigeru Ishiba, quien fue despedido tras dos batacazos electorales.
La investidura de Takaichi es un cambio significativo en la política nipona, pero también presenta preocupaciones. La primera ministra japonesa tiene 64 años y se identifica con Margaret Thatcher, una figura conservadora británica. Su primer movimiento fue crear una policía especial migratoria para regular el flujo de extranjeros y mantener al por bajo el 10% de población internacional.
Takaichi también está a favor de adoptar una línea más dura en la defensa del país, especialmente con respecto a China y Corea del Norte. Su postura es similar a la de Donald Trump y busca reforzar el Ejército para darle un papel más importante en la Constitución.
Sin embargo, la llegada de Takaichi al poder no augura un avance en políticas feministas. A pesar de haber sido ministra de Igualdad anteriormente, defiende la ley sálica y opina que las mujeres japonesas casadas deben adoptar el apellido del marido.
En su primer gabinete, solo ha nombrado a dos mujeres, lo que sugiere un comienzo poco prometedor para revertir la desigualdad histórica en Japón. La investidura de Takaichi es un giro importante en la política nipona y plantea preguntas sobre el futuro del país.
En resumen, Sanae Takaichi está convirtiendo a Japón en un Estado autoritario que busca mantener su soberanía por encima de todo. Sin embargo, sus políticas conservadoras y nacionalistas no auguran un avance en las políticas feministas ni una mayor inclusión de la sociedad internacional.
La investidura de Takaichi es un cambio significativo en la política nipona, pero también presenta preocupaciones. La primera ministra japonesa tiene 64 años y se identifica con Margaret Thatcher, una figura conservadora británica. Su primer movimiento fue crear una policía especial migratoria para regular el flujo de extranjeros y mantener al por bajo el 10% de población internacional.
Takaichi también está a favor de adoptar una línea más dura en la defensa del país, especialmente con respecto a China y Corea del Norte. Su postura es similar a la de Donald Trump y busca reforzar el Ejército para darle un papel más importante en la Constitución.
Sin embargo, la llegada de Takaichi al poder no augura un avance en políticas feministas. A pesar de haber sido ministra de Igualdad anteriormente, defiende la ley sálica y opina que las mujeres japonesas casadas deben adoptar el apellido del marido.
En su primer gabinete, solo ha nombrado a dos mujeres, lo que sugiere un comienzo poco prometedor para revertir la desigualdad histórica en Japón. La investidura de Takaichi es un giro importante en la política nipona y plantea preguntas sobre el futuro del país.
En resumen, Sanae Takaichi está convirtiendo a Japón en un Estado autoritario que busca mantener su soberanía por encima de todo. Sin embargo, sus políticas conservadoras y nacionalistas no auguran un avance en las políticas feministas ni una mayor inclusión de la sociedad internacional.