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En Nueva York, Jennifer Tapner, una gerente de 52 años, ha tomado una decisión inusual: compartir su vida con los 200 ancianos que viven en la residencia donde trabaja. La joven directora ha asumido el cargo hace dos años y no solo se mudó a un apartamento del mismo edificio, sino que también trajo consigo su perro, Diego.
Tapner afirma que su día a día comienza a las siete de la mañana con una maratón de entrenamiento para prepararse para el Maratón de Nueva York. Mientras tanto, los residentes se animan y le preguntan cómo va su entrenamiento. Incluso están planeando un grupo de fans para el evento.
La relación formal entre la gerencia y los residentes se ha traducido en una verdadera unión, lo que ha cambiado su perspectiva. En el pasado, Tapner no podía comprender las preocupaciones de los residentes sobre el agua asequible o las salas comunes frías. "Ahora que vivo en el mismo entorno, empatizo a un nivel completamente diferente", dice.
Tapner también enfrenta problemas más allá de la organización, como cuando un residente salió del comedor sin pronunciar una palabra y ella lo siguió. Ellos se sentaron a caminar con su perro Diego y hablaron sobre sus sentimientos. "Son estos encuentros los que le muestran lo importante que es la cercanía humana en la vejez", afirma.
La gerente también reivindica que las personas mayores son a menudo pasadas por alto, pero en su residencia, tiene 200 mentores que le dan consejos y apoyo. Uno de ellos era un profesor universitario, otro solía dirigir una empresa. Tapner asegura que traza límites claros entre el trabajo y la vida privada: "Cuando tengo tiempo libre, todo el mundo lo respeta".
En Australia, Melissa Noble ha expresado su amistad con Bryan Hipwell, un anciano de 97 años. Los dos se han estado reuniendo regularmente durante cinco años, hablando sobre la vida e intercambiando experiencias. A pesar de una diferencia de edad de 57 años, están unidos por un profundo respeto mutuo y el deseo de aprender unos de otros.
Tapner afirma que su día a día comienza a las siete de la mañana con una maratón de entrenamiento para prepararse para el Maratón de Nueva York. Mientras tanto, los residentes se animan y le preguntan cómo va su entrenamiento. Incluso están planeando un grupo de fans para el evento.
La relación formal entre la gerencia y los residentes se ha traducido en una verdadera unión, lo que ha cambiado su perspectiva. En el pasado, Tapner no podía comprender las preocupaciones de los residentes sobre el agua asequible o las salas comunes frías. "Ahora que vivo en el mismo entorno, empatizo a un nivel completamente diferente", dice.
Tapner también enfrenta problemas más allá de la organización, como cuando un residente salió del comedor sin pronunciar una palabra y ella lo siguió. Ellos se sentaron a caminar con su perro Diego y hablaron sobre sus sentimientos. "Son estos encuentros los que le muestran lo importante que es la cercanía humana en la vejez", afirma.
La gerente también reivindica que las personas mayores son a menudo pasadas por alto, pero en su residencia, tiene 200 mentores que le dan consejos y apoyo. Uno de ellos era un profesor universitario, otro solía dirigir una empresa. Tapner asegura que traza límites claros entre el trabajo y la vida privada: "Cuando tengo tiempo libre, todo el mundo lo respeta".
En Australia, Melissa Noble ha expresado su amistad con Bryan Hipwell, un anciano de 97 años. Los dos se han estado reuniendo regularmente durante cinco años, hablando sobre la vida e intercambiando experiencias. A pesar de una diferencia de edad de 57 años, están unidos por un profundo respeto mutuo y el deseo de aprender unos de otros.