CharlaDelContinenteX
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"Un simple accidente", la película que celebra su libertad y nos hace reflexionar sobre el cine como herramienta de cambio.
La experiencia de Jafar Panahi, quien pasó ocho horas diarias con los ojos vendados y siendo interrogado en la cárcel, marca para siempre. Una forma de humillación que nos pone de manifiesto nuestra vulnerabilidad frente al sistema, pero también nos hace darse cuenta de que todos formamos parte de ese mismo sistema. Cada uno de nosotros es el resultado de las reglas y valores impuestos por aquellas estructuras.
En este sentido, Panahi nos muestra que la reconciliación no es lo que buscamos, sino comprender qué sucede cuando el sistema se derrumba y cómo las personas pueden convivir pacíficamente después. Esta reflexión es válida para muchos lugares que han salido de una dictadura y también para aquellos que van camino de ella.
El director iraní nos habla por sí mismo y por todos nosotros, porque "Un simple accidente" es su última película y flamante Palma de Oro, rodada tras cumplir 15 años de prisión. La película es una celebración de su nueva libertad y de todo lo que se celebrará cuando acabe la dictadura.
La historia gira en torno a un hombre que decide tomar la justicia por su mano después de ser torturado. Sin embargo, pronto se da cuenta de que responder a la violencia con violencia no es tan fácil. El poder y el odio pueden corromper incluso los mejores de nosotros. La película se mueve como un latigazo, un golpe de dignidad y rabia que nos hace perder el equilibrio.
La posibilidad de una represalia se muestra como la demostración más evidente de la victoria de los torturadores. El director permite algunos arranques de comedia en una cinta que sigue sin parpadear, haciendo buena la máxima de Hitchcock de que la mejor manera de hacer una conversación interesante es colocar una bomba debajo de la mesa.
"Un simple accidente" es el producto de un cine libre y problemático. Panahi completa un círculo prodigioso con esta película, que surge y se alimenta de su nueva libertad. El director nos muestra que el cine no solo cuenta y refleja la realidad, sino que crea alternativas a ella. Es una auténtica lección de cine, un llamado a la libertad y al cambio.
La película es vibrante, carnal y real, porque Panahi se encuentra en las dudas de cada uno de sus personajes, que han sido humillados y torturados por el régimen. Es una auténtica invitación a reflexionar sobre nuestro lugar en la sociedad y a buscar formas de convivir pacíficamente, incluso cuando todo parece perdido.
La experiencia de Jafar Panahi, quien pasó ocho horas diarias con los ojos vendados y siendo interrogado en la cárcel, marca para siempre. Una forma de humillación que nos pone de manifiesto nuestra vulnerabilidad frente al sistema, pero también nos hace darse cuenta de que todos formamos parte de ese mismo sistema. Cada uno de nosotros es el resultado de las reglas y valores impuestos por aquellas estructuras.
En este sentido, Panahi nos muestra que la reconciliación no es lo que buscamos, sino comprender qué sucede cuando el sistema se derrumba y cómo las personas pueden convivir pacíficamente después. Esta reflexión es válida para muchos lugares que han salido de una dictadura y también para aquellos que van camino de ella.
El director iraní nos habla por sí mismo y por todos nosotros, porque "Un simple accidente" es su última película y flamante Palma de Oro, rodada tras cumplir 15 años de prisión. La película es una celebración de su nueva libertad y de todo lo que se celebrará cuando acabe la dictadura.
La historia gira en torno a un hombre que decide tomar la justicia por su mano después de ser torturado. Sin embargo, pronto se da cuenta de que responder a la violencia con violencia no es tan fácil. El poder y el odio pueden corromper incluso los mejores de nosotros. La película se mueve como un latigazo, un golpe de dignidad y rabia que nos hace perder el equilibrio.
La posibilidad de una represalia se muestra como la demostración más evidente de la victoria de los torturadores. El director permite algunos arranques de comedia en una cinta que sigue sin parpadear, haciendo buena la máxima de Hitchcock de que la mejor manera de hacer una conversación interesante es colocar una bomba debajo de la mesa.
"Un simple accidente" es el producto de un cine libre y problemático. Panahi completa un círculo prodigioso con esta película, que surge y se alimenta de su nueva libertad. El director nos muestra que el cine no solo cuenta y refleja la realidad, sino que crea alternativas a ella. Es una auténtica lección de cine, un llamado a la libertad y al cambio.
La película es vibrante, carnal y real, porque Panahi se encuentra en las dudas de cada uno de sus personajes, que han sido humillados y torturados por el régimen. Es una auténtica invitación a reflexionar sobre nuestro lugar en la sociedad y a buscar formas de convivir pacíficamente, incluso cuando todo parece perdido.