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El museo del Louvre, el símbolo cultural de Francia, se convirtió en escenario de una audacia extrema el domingo pasado. Al menos cuatro individuos, vestidos como trabajadores con chalecos amarillos, lograron acceder a la Galería Apolo y sustraer nueve joyas de un valor incalculable pertenecientes a la colección de Napoleón y de los reyes franceses en tan solo siete minutos.
La operación se desarrolló sin violencia y sin que los ladrones dejaran rastro. Se cree que el comando estaba planeado al milímetro por un equipo experimentado, que había hecho prospecciones previas y una labor de reconocimiento del lugar. El robo fue tan rápido que no tuvo tiempo para activar las alarmas.
Las imágenes difundidas por la cadena BFMTV muestran precisamente el momento en el que uno de los ladrones abre una vitrina con uno de estos discos. La fiscal de París, Laure Beccuau, ha apuntado que se trata de un encargo o puede ser para vender por separado las piedras preciosas que contienen las joyas sustraídas.
La corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, compuesta por 1354 diamantes y 56 esmeraldas, fue la pieza más valiosa robada. Sin embargo, los ladrones perdieron en su huida esta valiosa corona, que se encontraba en la vitrina más cercana a la ventana.
El ministro del Interior francés ha detallado que el comando llegó por el flanco sur del museo, el que da al río Sena, en dos motos y en un camión con un montacargas. Dos de los individuos utilizaron el montacargas en una zona que se encuentra en obras de remodelación para acceder al primer piso del edificio.
El robo ha generado una gran preocupación entre la policía y los expertos, que han advertido sobre la fragilidad de la seguridad en los museos franceses. El titular de Interior ha reconocido que "hay una fragilidad" en la seguridad de los museos franceses y por eso se lanzó un programa para mejorar la situación.
La pinacoteca del Louvre ha explicado que las alarmas situadas en la ventana exterior de la galería y en las dos vitrinas se activaron, pero no pudieron prevenir el robo. Los cinco guardias del museo que estaban presentes en la galería y zonas adyacentes "intervinieron de inmediato para aplicar el protocolo de seguridad: contactar con las fuerzas del orden y priorizar la protección de las personas".
En el lugar de los hechos, la policía encontró un soplete, gasolina, guantes, un walkie-talkie y una manta. Uno de los chalecos amarillos que los ladrones habrían usado para hacerse pasar por trabajadores fue localizado un poco más lejos del lugar, lo que indicaría que se cayó durante la huida.
"El crimen organizado ahora tiene en el punto de mira las obras de arte, y los museos se han convertido en objetivos", ha avisado la ministra de Cultura francesa. El robo del Louvre es un recordatorio de que la seguridad en los museos debe ser prioritaria y que los ladrones estarán buscando oportunidades para cometer nuevos delitos en el futuro.
La operación se desarrolló sin violencia y sin que los ladrones dejaran rastro. Se cree que el comando estaba planeado al milímetro por un equipo experimentado, que había hecho prospecciones previas y una labor de reconocimiento del lugar. El robo fue tan rápido que no tuvo tiempo para activar las alarmas.
Las imágenes difundidas por la cadena BFMTV muestran precisamente el momento en el que uno de los ladrones abre una vitrina con uno de estos discos. La fiscal de París, Laure Beccuau, ha apuntado que se trata de un encargo o puede ser para vender por separado las piedras preciosas que contienen las joyas sustraídas.
La corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, compuesta por 1354 diamantes y 56 esmeraldas, fue la pieza más valiosa robada. Sin embargo, los ladrones perdieron en su huida esta valiosa corona, que se encontraba en la vitrina más cercana a la ventana.
El ministro del Interior francés ha detallado que el comando llegó por el flanco sur del museo, el que da al río Sena, en dos motos y en un camión con un montacargas. Dos de los individuos utilizaron el montacargas en una zona que se encuentra en obras de remodelación para acceder al primer piso del edificio.
El robo ha generado una gran preocupación entre la policía y los expertos, que han advertido sobre la fragilidad de la seguridad en los museos franceses. El titular de Interior ha reconocido que "hay una fragilidad" en la seguridad de los museos franceses y por eso se lanzó un programa para mejorar la situación.
La pinacoteca del Louvre ha explicado que las alarmas situadas en la ventana exterior de la galería y en las dos vitrinas se activaron, pero no pudieron prevenir el robo. Los cinco guardias del museo que estaban presentes en la galería y zonas adyacentes "intervinieron de inmediato para aplicar el protocolo de seguridad: contactar con las fuerzas del orden y priorizar la protección de las personas".
En el lugar de los hechos, la policía encontró un soplete, gasolina, guantes, un walkie-talkie y una manta. Uno de los chalecos amarillos que los ladrones habrían usado para hacerse pasar por trabajadores fue localizado un poco más lejos del lugar, lo que indicaría que se cayó durante la huida.
"El crimen organizado ahora tiene en el punto de mira las obras de arte, y los museos se han convertido en objetivos", ha avisado la ministra de Cultura francesa. El robo del Louvre es un recordatorio de que la seguridad en los museos debe ser prioritaria y que los ladrones estarán buscando oportunidades para cometer nuevos delitos en el futuro.