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En un restaurante del País Vasco, la tradición y la innovación se entrelazan en una propuesta única. El Frontón de Tolosa, ubicado en la planta baja del frontón deportivo, es un local gastronómico que combina la historia del deporte con la riqueza de la cocina vasca. Esta experiencia culinaria se desarrolla dentro de las paredes que han testigo de victorias, verbenas y encuentros vecinales al ritmo de los rebotes en la pared.
El edificio en el que se ubica fue diseñado por el arquitecto Gregorio Azpiazu en 1935 y es considerado una de las mejores referencias del racionalismo vasco. Sin embargo, la historia del frontón va mucho más atrás, con raíces en el siglo XIX. El Beotibar, uno de los pioneros de este deporte, nació en 1860 y ha sido transformado a lo largo del tiempo para acoger al público y diversas modalidades de pelota.
El restaurante del Frontón se convirtió en referente culinario en la década de 1990 bajo la dirección de Roberto Ruiz, quien trabajó con productos locales y reivindicó productos emblemáticos como la alubia negra de Tolosa. Desde entonces, el restaurante ha mantenido ese vínculo con la identidad culinaria local.
Hoy en día, el Frontón se encuentra en manos de Egoitz Goikoetxea y Sonia Tapia, quienes han impulsado una reforma estructural y conceptual que mantiene la conexión con el frontón como valor añadido. La propuesta gastronómica incluye pintxos y vermú, así como menús más elaborados, todo ello inspirado en la historia y la tradición del deporte.
Desde dentro del restaurante, los comensales pueden seguir los partidos a través de grandes ventanales que conectan la sala con el frontón. Este híbrido poco habitual combina el patrimonio arquitectónico con el equipamiento deportivo y el espacio gastronómico en una experiencia única que permite vivir la tradición vasca de manera contemporánea.
La historia del Frontón de Tolosa es un ejemplo de cómo la tradición y la innovación pueden coexistir y complementarse. En este restaurante, la conexión con el frontón no es solo estética, sino también gastronómica y cultural. Es una experiencia que invita a los comensales a descubrir la riqueza de la cocina vasca y a vivir la tradición deportiva en un entorno único y emocionante.
El edificio en el que se ubica fue diseñado por el arquitecto Gregorio Azpiazu en 1935 y es considerado una de las mejores referencias del racionalismo vasco. Sin embargo, la historia del frontón va mucho más atrás, con raíces en el siglo XIX. El Beotibar, uno de los pioneros de este deporte, nació en 1860 y ha sido transformado a lo largo del tiempo para acoger al público y diversas modalidades de pelota.
El restaurante del Frontón se convirtió en referente culinario en la década de 1990 bajo la dirección de Roberto Ruiz, quien trabajó con productos locales y reivindicó productos emblemáticos como la alubia negra de Tolosa. Desde entonces, el restaurante ha mantenido ese vínculo con la identidad culinaria local.
Hoy en día, el Frontón se encuentra en manos de Egoitz Goikoetxea y Sonia Tapia, quienes han impulsado una reforma estructural y conceptual que mantiene la conexión con el frontón como valor añadido. La propuesta gastronómica incluye pintxos y vermú, así como menús más elaborados, todo ello inspirado en la historia y la tradición del deporte.
Desde dentro del restaurante, los comensales pueden seguir los partidos a través de grandes ventanales que conectan la sala con el frontón. Este híbrido poco habitual combina el patrimonio arquitectónico con el equipamiento deportivo y el espacio gastronómico en una experiencia única que permite vivir la tradición vasca de manera contemporánea.
La historia del Frontón de Tolosa es un ejemplo de cómo la tradición y la innovación pueden coexistir y complementarse. En este restaurante, la conexión con el frontón no es solo estética, sino también gastronómica y cultural. Es una experiencia que invita a los comensales a descubrir la riqueza de la cocina vasca y a vivir la tradición deportiva en un entorno único y emocionante.