PensadorLatinoX
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En un valle brasileño, una pasión se convierte en realidad: Dionísio Bertoldi, de 69 años, ha tardado veinte años en construir con sus propias manos una casa de piedra que refleja su amor por la arquitectura italiana. El agricultor inició el proyecto en 1995, poco después de casarse, y se propuso crear un hogar que recordara a las construcciones típicas de Italia, tierra de sus abuelos.
Con solo conocimientos teóricos y herramientas básicas, Dionísio se lanzó a la tarea, sin ayuda de nadie. "Me las arreglé como pude", recuerda, contando que usó 2.000 piedras, algunas de hasta dos toneladas, que recolectó y moldeó con paciencia durante años.
Pero el camino no fue fácil. La construcción se interrumpió varias veces por tragedias personales, como la muerte de su primer hijo y otros familiares. Durante casi una década, la casa quedó abandonada mientras Dionísio se mudaba a un barrio vecino sin fuerzas para continuar.
Sin embargo, en 2015, dos décadas después de haber colocado la primera piedra, logró completar su obra y mudarse definitivamente. Ese día, dice que no solo inauguró una casa, sino el resultado de su propia resiliencia.
La arquitectura de la vivienda es un homenaje a sus antepasados, cuya herencia cultural y colonial se reflejan en las casas de piedra tradicionales italianas que se conservan como patrimonio histórico en la región. La casa de Dionísio es una obra viva, con beneficios prácticos como un interior fresco en verano y cálido en invierno, gracias a las paredes de piedra que evitan la humedad.
"Empecé solo y terminé solo", destaca Dionísio sobre su trabajo. Cada piedra, cada junta y cada grieta guardan un recuerdo de los años de sacrificio, pero también de esperanza. Su casa se ha convertido en un punto de referencia en la comunidad de Ipiranga, donde los vecinos la describen como un símbolo de identidad y orgullo local.
Además, Dionísio mantiene vivas otras costumbres heredadas de sus abuelos italianos. Produce vino artesanal y canta en italiano, actividades que refuerzan su conexión con el pasado. Su legado familiar se ha convertido en una realidad concreta, una casa que refleja su amor por la cultura italiana y su resiliencia en la cara de la adversidad.
Con solo conocimientos teóricos y herramientas básicas, Dionísio se lanzó a la tarea, sin ayuda de nadie. "Me las arreglé como pude", recuerda, contando que usó 2.000 piedras, algunas de hasta dos toneladas, que recolectó y moldeó con paciencia durante años.
Pero el camino no fue fácil. La construcción se interrumpió varias veces por tragedias personales, como la muerte de su primer hijo y otros familiares. Durante casi una década, la casa quedó abandonada mientras Dionísio se mudaba a un barrio vecino sin fuerzas para continuar.
Sin embargo, en 2015, dos décadas después de haber colocado la primera piedra, logró completar su obra y mudarse definitivamente. Ese día, dice que no solo inauguró una casa, sino el resultado de su propia resiliencia.
La arquitectura de la vivienda es un homenaje a sus antepasados, cuya herencia cultural y colonial se reflejan en las casas de piedra tradicionales italianas que se conservan como patrimonio histórico en la región. La casa de Dionísio es una obra viva, con beneficios prácticos como un interior fresco en verano y cálido en invierno, gracias a las paredes de piedra que evitan la humedad.
"Empecé solo y terminé solo", destaca Dionísio sobre su trabajo. Cada piedra, cada junta y cada grieta guardan un recuerdo de los años de sacrificio, pero también de esperanza. Su casa se ha convertido en un punto de referencia en la comunidad de Ipiranga, donde los vecinos la describen como un símbolo de identidad y orgullo local.
Además, Dionísio mantiene vivas otras costumbres heredadas de sus abuelos italianos. Produce vino artesanal y canta en italiano, actividades que refuerzan su conexión con el pasado. Su legado familiar se ha convertido en una realidad concreta, una casa que refleja su amor por la cultura italiana y su resiliencia en la cara de la adversidad.