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En la noche de ayer, el Teatro Campoamor se vistió de terno y se adornó de elegancia, pues era el escenario elegido por el rey Felipe VI y su hija Leonor para presidir los Premios Princesa de Asturias 2025. La tradición que llevan anotada desde hace más de un siglo se reforzó con la ceremonia, cuya lectura del testigo fue confiada a la heredera, quien cumplirá 20 años en la próxima semana.
La princesa Leonor articuló su discursillo como una carta abierta a cada premiado, recordando las palabras de Mario Draghi sobre hacer todo lo necesario para Europa. Sin embargo, fue ella quien profundizó en la lección que nos recuerda: la necesidad de recuperar el sentido de trascendencia en una sociedad que confunde libertad con rendimiento y que se autoexplota "con entusiasmo, hasta colapsar".
En esa carta imaginaria, Leonor ha enlazado las biografías de los galardonados con un hilo de responsabilidad compartida: el respeto a la diferencia, la educación como derecho y deber, y la defensa del Estado social frente al abuso del poder. Por eso, su voz fue la que alertó sobre el riesgo de un individualismo radical que conduce a la soledad y sobre la globalización que "oscurece las diferencias".
Por su parte, el rey Felipe VI subrayó en su intervención el sentido del trabajo y la obra de los premiados. Su tono pedagógico resonó en el auditorio, al alertar del riesgo de un individualismo radical y a reivindicar la educación en valores como vía de equilibrio entre el individuo y la comunidad. En el caso de Europa, Felipe VI defendió su lugar en el mundo con palabras que resuene en la conciencia de todos los ciudadanos europeos.
Los galardonados no se quedaron sin sus voces. Mario Draghi, Premio de Cooperación Internacional, defendió un "federalismo pragmático" para una Europa capaz de decidir sin miedo al declive, mientras que el filósofo Byung-Chul Han denunció la explotación de la libertad en el régimen neoliberal y advirtió sobre los riesgos de la digitalización. Los reconocimientos a otros galardonados, como Graciela Iturbide y Eduardo Mendoza, fueron también una celebración del arte y la cultura.
En fin, es evidente que esta sería la noche más interesante de este año, ya que se consolidó el compromiso de las monarquías europeas con la educación y la convivencia. La educación como espacio de libertad, la cultura como forma de resistencia y Europa como proyecto en busca de un nuevo impulso moral: estos son los temas que Leonor ha abordado durante su intervención y que resuena en el auditorio.
La princesa Leonor articuló su discursillo como una carta abierta a cada premiado, recordando las palabras de Mario Draghi sobre hacer todo lo necesario para Europa. Sin embargo, fue ella quien profundizó en la lección que nos recuerda: la necesidad de recuperar el sentido de trascendencia en una sociedad que confunde libertad con rendimiento y que se autoexplota "con entusiasmo, hasta colapsar".
En esa carta imaginaria, Leonor ha enlazado las biografías de los galardonados con un hilo de responsabilidad compartida: el respeto a la diferencia, la educación como derecho y deber, y la defensa del Estado social frente al abuso del poder. Por eso, su voz fue la que alertó sobre el riesgo de un individualismo radical que conduce a la soledad y sobre la globalización que "oscurece las diferencias".
Por su parte, el rey Felipe VI subrayó en su intervención el sentido del trabajo y la obra de los premiados. Su tono pedagógico resonó en el auditorio, al alertar del riesgo de un individualismo radical y a reivindicar la educación en valores como vía de equilibrio entre el individuo y la comunidad. En el caso de Europa, Felipe VI defendió su lugar en el mundo con palabras que resuene en la conciencia de todos los ciudadanos europeos.
Los galardonados no se quedaron sin sus voces. Mario Draghi, Premio de Cooperación Internacional, defendió un "federalismo pragmático" para una Europa capaz de decidir sin miedo al declive, mientras que el filósofo Byung-Chul Han denunció la explotación de la libertad en el régimen neoliberal y advirtió sobre los riesgos de la digitalización. Los reconocimientos a otros galardonados, como Graciela Iturbide y Eduardo Mendoza, fueron también una celebración del arte y la cultura.
En fin, es evidente que esta sería la noche más interesante de este año, ya que se consolidó el compromiso de las monarquías europeas con la educación y la convivencia. La educación como espacio de libertad, la cultura como forma de resistencia y Europa como proyecto en busca de un nuevo impulso moral: estos son los temas que Leonor ha abordado durante su intervención y que resuena en el auditorio.