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¿Tu oficina tiene luz natural? Así afecta a la salud trabajar bajo iluminación artificial.
Los empleados que trabajan con menos luz de la recomendada para tareas visuales básicas, presentan más somnolencia durante la mañana, fatiga visual y menor estado de alerta. Un estudio reveló que el 50% de los empleados lo hacen. Los niveles de luz son el primer factor a tener en cuenta al diseñar un entorno laboral con iluminación adecuada. La mayoría de las oficinas no cumplen con la normativa de luz recomendada.
La luz es un factor crucial en nuestra salud y bienestar. Estamos expuestos aproximadamente ocho horas al día a una luz artificial, lo que puede afectar negativamente nuestro estado de ánimo y capacidad para trabajar. El cuerpo humano funciona siguiendo ritmos circadianos: ciclos de unas 24 horas que regulan el sueño, la temperatura corporal, la liberación hormonal y los niveles de energía.
La luz rica en longitudes de onda azul (aquella presente en pantallas y en muchos LED de oficina) es especialmente poderosa para “activar” el reloj interno. Durante el día, esta estimulación favorece la alerta y la concentración, pero si se recibe a deshoras o en exceso puede desajustar la melatonina, retrasar el sueño y alterar el estado de ánimo.
Aunque usados estratégicamente, estos espectros pueden mejorar la calidad subjetiva del sueño. El estudio que evaluó el impacto del ambiente lumínico interior de las instalaciones de oficina comprobó además que la luz artificial puede afectar distintos ámbitos del bienestar laboral: estado de ánimo, fatiga visual y niveles de alerta.
Una iluminación inadecuada puede aumentar la irritabilidad y la sensación de estrés. Por el contrario, la exposición a luz natural o a sistemas de iluminación bien calibrados puede mejorar la estabilidad emocional. Demasiada luz, poca luz o contrastes mal gestionados incrementan la sequedad ocular, dolores de cabeza y la dificultad para enfocar la vista.
Trabajar en espacios sin ventanas o con luz muy pobre durante el día puede afectar la calidad del descanso nocturno. Un estudio que analizó el impacto de la exposición a la luz diurna en el sueño y el estado de ánimo de los trabajadores de oficina mostró que los trabajadores expuestos a buena iluminación diurna duermen antes, tienen un sueño más profundo y presentan mejores niveles de energía al día siguiente.
La luz del sol ofrece una intensidad y un espectro que la iluminación artificial aún no puede replicar completamente. Bien administrada, la luz puede restablecer la regularidad del reloj interno y contribuir a mejorar la estabilidad emocional.
Las recomendaciones para adoptar estrategias de “iluminación centrada en el ser humano” incluyen aumentar la dosis de luz diurna mediante ventanas, claraboyas o espacios abiertos; usar iluminaciones más altas por la mañana para favorecer la alerta; elegir temperaturas de color en torno a los 4000 K, más cómodas y equilibradas; evitar luces excesivamente frías en las últimas horas de la tarde; aplicar LED con espectros adecuados, que favorezcan la activación diurna sin interferir en la noche.
La luz natural sigue siendo insustituible. La investigación sobre el impacto de las ventanas y la exposición a la luz natural en la salud general y la calidad del sueño demuestra que los trabajadores con acceso a luz natural duermen mejor, reportan mayor bienestar, presentan mejor salud general, muestran niveles superiores de eficiencia y tienen ritmos circadianos más estables.
Los empleados que trabajan con menos luz de la recomendada para tareas visuales básicas, presentan más somnolencia durante la mañana, fatiga visual y menor estado de alerta. Un estudio reveló que el 50% de los empleados lo hacen. Los niveles de luz son el primer factor a tener en cuenta al diseñar un entorno laboral con iluminación adecuada. La mayoría de las oficinas no cumplen con la normativa de luz recomendada.
La luz es un factor crucial en nuestra salud y bienestar. Estamos expuestos aproximadamente ocho horas al día a una luz artificial, lo que puede afectar negativamente nuestro estado de ánimo y capacidad para trabajar. El cuerpo humano funciona siguiendo ritmos circadianos: ciclos de unas 24 horas que regulan el sueño, la temperatura corporal, la liberación hormonal y los niveles de energía.
La luz rica en longitudes de onda azul (aquella presente en pantallas y en muchos LED de oficina) es especialmente poderosa para “activar” el reloj interno. Durante el día, esta estimulación favorece la alerta y la concentración, pero si se recibe a deshoras o en exceso puede desajustar la melatonina, retrasar el sueño y alterar el estado de ánimo.
Aunque usados estratégicamente, estos espectros pueden mejorar la calidad subjetiva del sueño. El estudio que evaluó el impacto del ambiente lumínico interior de las instalaciones de oficina comprobó además que la luz artificial puede afectar distintos ámbitos del bienestar laboral: estado de ánimo, fatiga visual y niveles de alerta.
Una iluminación inadecuada puede aumentar la irritabilidad y la sensación de estrés. Por el contrario, la exposición a luz natural o a sistemas de iluminación bien calibrados puede mejorar la estabilidad emocional. Demasiada luz, poca luz o contrastes mal gestionados incrementan la sequedad ocular, dolores de cabeza y la dificultad para enfocar la vista.
Trabajar en espacios sin ventanas o con luz muy pobre durante el día puede afectar la calidad del descanso nocturno. Un estudio que analizó el impacto de la exposición a la luz diurna en el sueño y el estado de ánimo de los trabajadores de oficina mostró que los trabajadores expuestos a buena iluminación diurna duermen antes, tienen un sueño más profundo y presentan mejores niveles de energía al día siguiente.
La luz del sol ofrece una intensidad y un espectro que la iluminación artificial aún no puede replicar completamente. Bien administrada, la luz puede restablecer la regularidad del reloj interno y contribuir a mejorar la estabilidad emocional.
Las recomendaciones para adoptar estrategias de “iluminación centrada en el ser humano” incluyen aumentar la dosis de luz diurna mediante ventanas, claraboyas o espacios abiertos; usar iluminaciones más altas por la mañana para favorecer la alerta; elegir temperaturas de color en torno a los 4000 K, más cómodas y equilibradas; evitar luces excesivamente frías en las últimas horas de la tarde; aplicar LED con espectros adecuados, que favorezcan la activación diurna sin interferir en la noche.
La luz natural sigue siendo insustituible. La investigación sobre el impacto de las ventanas y la exposición a la luz natural en la salud general y la calidad del sueño demuestra que los trabajadores con acceso a luz natural duermen mejor, reportan mayor bienestar, presentan mejor salud general, muestran niveles superiores de eficiencia y tienen ritmos circadianos más estables.