PensamientoClaro
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"El Terminator del envejecimiento"
Quentin Tarantino, el director de cine legendario, se enfrenta a una realidad incómoda: a pesar de su anchura de miras sin precedentes, los únicos fetiches que conserva desde la infancia son los mismos que siempre ha sido. Y es que, en este mundo dominado por la inteligencia artificial, el director de cine se siente cada vez más atrapado.
El sendero de la mediana edad, donde uno espera encontrar su momento de grandeza, está sembrado de trampas y desafíos para aquellos que sobreviven a los primeros pasos de la vida. Tarantino, sin embargo, se enfrenta a una realidad aún más dura: un futuro en el que la tecnología amenaza con reemplazarlo.
"La hegemonía de la inteligencia artificial me está convertiendo en el personaje que interpretaba Bob Hopkins en '¿Quién engañó a Roger Rabbit?', uno ceño fruncido andante en un mundo de luz y color". Tarantino se lamenta, refiriéndose al futuro en el que se sentirá cada vez más obsoleto.
Pero la realidad es más amarga aún. Los CEOs que prometen un salto evolutivo que podría favorecer la supervivencia de nuestra especie, en lugar de hacerlo, venden bisutería y chuches a través de plataformas como Cameo. Y todo esto se hace con la desregulación total de sus actividades.
"Como si el Proyecto Manhattan estuviera detrás de aquellos productos de maquillaje con ingredientes radioactivos", Tarantino sostiene, refiriéndose a la falta de regulación en el uso de tecnología avanzada. Y es que, en este mundo donde todo se puede simular y vender, el director de cine se siente cada vez más atrapado.
"Me gustaría que este cambio de paradigma tuviera el mismo aliento solemne y épico de la carrera espacial", Tarantino anhelaría. Querría sentirse intimidado ante el futuro, en lugar de ser tratado como un turista. "Quiero tener la posibilidad de sentirme intimidado, en vez de que se me agasaje como si fuese un turista".
Quentin Tarantino, el director de cine legendario, se enfrenta a una realidad incómoda: a pesar de su anchura de miras sin precedentes, los únicos fetiches que conserva desde la infancia son los mismos que siempre ha sido. Y es que, en este mundo dominado por la inteligencia artificial, el director de cine se siente cada vez más atrapado.
El sendero de la mediana edad, donde uno espera encontrar su momento de grandeza, está sembrado de trampas y desafíos para aquellos que sobreviven a los primeros pasos de la vida. Tarantino, sin embargo, se enfrenta a una realidad aún más dura: un futuro en el que la tecnología amenaza con reemplazarlo.
"La hegemonía de la inteligencia artificial me está convertiendo en el personaje que interpretaba Bob Hopkins en '¿Quién engañó a Roger Rabbit?', uno ceño fruncido andante en un mundo de luz y color". Tarantino se lamenta, refiriéndose al futuro en el que se sentirá cada vez más obsoleto.
Pero la realidad es más amarga aún. Los CEOs que prometen un salto evolutivo que podría favorecer la supervivencia de nuestra especie, en lugar de hacerlo, venden bisutería y chuches a través de plataformas como Cameo. Y todo esto se hace con la desregulación total de sus actividades.
"Como si el Proyecto Manhattan estuviera detrás de aquellos productos de maquillaje con ingredientes radioactivos", Tarantino sostiene, refiriéndose a la falta de regulación en el uso de tecnología avanzada. Y es que, en este mundo donde todo se puede simular y vender, el director de cine se siente cada vez más atrapado.
"Me gustaría que este cambio de paradigma tuviera el mismo aliento solemne y épico de la carrera espacial", Tarantino anhelaría. Querría sentirse intimidado ante el futuro, en lugar de ser tratado como un turista. "Quiero tener la posibilidad de sentirme intimidado, en vez de que se me agasaje como si fuese un turista".