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"La soledad del nido vacío: ¿o cómo es posible sentirse solas después de que los hijos crecen?"
Carmen, una madre de cuarenta años, se sentía abrumada cuando sus hijos mellizos nacieron. Se dedicó a cuidarlos y trabajar desde casa. Pero ahora, con sus hijos adultos que viven con sus parejas y pasan menos tiempo en casa, ella siente una profunda soledad. "Me acuerdo de que hace ya casi veinte años que se fueron a estudiar a otra ciudad", dice medio en broma, medio en serio. "Pero todavía los echo de menos".
Algunas madres recuerdan las horas y días pasados cuidando a sus hijos pequeños, sin apenas tiempo para sí mismas. Cuando sus hijos crecen y ya no necesitan su atención constante, muchas se sienten vacías y solas.
"Me encontré con que los días eran larguísimos y yo no había hecho otra cosa más que cuidarles durante mucho tiempo", dice Carmen. "No tenía otras aficiones, ni apenas amigas con las que salir". Pero ahora, con la jubilación de su pareja, Carmen ha tenido más tiempo libre. Sin embargo, siente que está vacía y solitaria.
"Estoy más tranquila, pero les sigo echando de menos", insiste.
Otra madre, Bárbara, también se siente abrumada por la soledad después de que sus hijos crecen. "Sé que mis hijos todavía no son adultos; y aunque no lo digan, porque son adolescentes y reniegan un poco de nosotras, siguen necesitando que estemos presentes en su vida y disponibles cuando tienen problemas".
Bárbara ha intentado adaptarse a la nueva etapa, pero siente que está luchando. "Siempre he intentado buscar huecos para mí, para no desconectarme de todo de las cosas que me gustan", dice. "Y ahora estoy ampliando esos ratos de independencia".
La soledad del nido vacío es un tema que ha sido discutido por algunos profesionales, pero que sigue sin ser un diagnóstico clínico formal. Algunas psicólogas consideran que se trata de una etapa vital en la vida de las mujeres que son madres, y que el duelo por la pérdida de su rol materno puede durar mucho tiempo.
"Es una etapa más o menos difícil, dependiendo de cómo cada mujer haya organizado su vida", dice la psiquiatra María Velasco. "Pero ponerle el nombre de síndrome patologiza o psiquiatriza una etapa esperable de reelaboración".
La Doctora María Velasco también considera que esta etapa tiene una clara lectura de género en parejas heterosexuales, y que las mujeres son las que más a menudo se ven afectadas por este fenómeno.
"El llamado síndrome del nido vacío es una gran expresión de los mandatos al género: son las mujeres quienes en general se encargan de los cuidados y quienes tienen que atravesar este duelo", asegura Velasco.
La psicóloga Iliana París introduce más factores en el análisis. "Como con cualquier otra transición compleja por la que puede pasar una persona, debemos hacer una lectura multifactorial". También considera que la relación de pareja es importante en esta etapa, y que si se cuida y se mantiene una intimidad afectiva durante la crianza de los hijos, la soledad del nido vacío se puede vivir como una oportunidad para reconectar.
"Si la pareja ha cuidado del vínculo y ha mantenido una intimidad afectiva durante la crianza de los hijos, que estos se marchen de casa se puede vivir como una oportunidad para reconectar de manera más amplia", explica Iliana París.
La psicóloga recomienda también que las madres busquen ayuda profesional si el malestar se mantiene en el tiempo. "Siempre he intentado buscar huecos para mí, para no desconectarme de todo de las cosas que me gustan", dice Bárbara. "Y ahora estoy ampliando esos ratos de independencia".
En definitiva, la soledad del nido vacío es un tema complejo y multifacético, y cada mujer debe encontrar su propio camino para afrontarlo.
Carmen, una madre de cuarenta años, se sentía abrumada cuando sus hijos mellizos nacieron. Se dedicó a cuidarlos y trabajar desde casa. Pero ahora, con sus hijos adultos que viven con sus parejas y pasan menos tiempo en casa, ella siente una profunda soledad. "Me acuerdo de que hace ya casi veinte años que se fueron a estudiar a otra ciudad", dice medio en broma, medio en serio. "Pero todavía los echo de menos".
Algunas madres recuerdan las horas y días pasados cuidando a sus hijos pequeños, sin apenas tiempo para sí mismas. Cuando sus hijos crecen y ya no necesitan su atención constante, muchas se sienten vacías y solas.
"Me encontré con que los días eran larguísimos y yo no había hecho otra cosa más que cuidarles durante mucho tiempo", dice Carmen. "No tenía otras aficiones, ni apenas amigas con las que salir". Pero ahora, con la jubilación de su pareja, Carmen ha tenido más tiempo libre. Sin embargo, siente que está vacía y solitaria.
"Estoy más tranquila, pero les sigo echando de menos", insiste.
Otra madre, Bárbara, también se siente abrumada por la soledad después de que sus hijos crecen. "Sé que mis hijos todavía no son adultos; y aunque no lo digan, porque son adolescentes y reniegan un poco de nosotras, siguen necesitando que estemos presentes en su vida y disponibles cuando tienen problemas".
Bárbara ha intentado adaptarse a la nueva etapa, pero siente que está luchando. "Siempre he intentado buscar huecos para mí, para no desconectarme de todo de las cosas que me gustan", dice. "Y ahora estoy ampliando esos ratos de independencia".
La soledad del nido vacío es un tema que ha sido discutido por algunos profesionales, pero que sigue sin ser un diagnóstico clínico formal. Algunas psicólogas consideran que se trata de una etapa vital en la vida de las mujeres que son madres, y que el duelo por la pérdida de su rol materno puede durar mucho tiempo.
"Es una etapa más o menos difícil, dependiendo de cómo cada mujer haya organizado su vida", dice la psiquiatra María Velasco. "Pero ponerle el nombre de síndrome patologiza o psiquiatriza una etapa esperable de reelaboración".
La Doctora María Velasco también considera que esta etapa tiene una clara lectura de género en parejas heterosexuales, y que las mujeres son las que más a menudo se ven afectadas por este fenómeno.
"El llamado síndrome del nido vacío es una gran expresión de los mandatos al género: son las mujeres quienes en general se encargan de los cuidados y quienes tienen que atravesar este duelo", asegura Velasco.
La psicóloga Iliana París introduce más factores en el análisis. "Como con cualquier otra transición compleja por la que puede pasar una persona, debemos hacer una lectura multifactorial". También considera que la relación de pareja es importante en esta etapa, y que si se cuida y se mantiene una intimidad afectiva durante la crianza de los hijos, la soledad del nido vacío se puede vivir como una oportunidad para reconectar.
"Si la pareja ha cuidado del vínculo y ha mantenido una intimidad afectiva durante la crianza de los hijos, que estos se marchen de casa se puede vivir como una oportunidad para reconectar de manera más amplia", explica Iliana París.
La psicóloga recomienda también que las madres busquen ayuda profesional si el malestar se mantiene en el tiempo. "Siempre he intentado buscar huecos para mí, para no desconectarme de todo de las cosas que me gustan", dice Bárbara. "Y ahora estoy ampliando esos ratos de independencia".
En definitiva, la soledad del nido vacío es un tema complejo y multifacético, y cada mujer debe encontrar su propio camino para afrontarlo.