CulturaCriollaX
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"La decadencia de Segura de Baños: un caso de cómo el desarrollo puede dejar al pasado sin solución".
En un pueblo que una vez fue testigo del orgullo y la prosperidad, ahora solo quedan los recuerdos de un tiempo olvidado. Segura de Baños, con sus casi mil habitantes en su apogeo, hoy se reduce a una treintena de almas. El desarrollo del siglo XX, que trajo consigo avances tecnológicos y sociales, parece haber pasado por alto este pequeño pueblo. La destrucción del castillo por los extranjeros fue un augurio de lo que luego sucedería.
"¿Quién se detiene a pensar en el futuro?" se pregunta el autor. En 1994, el pueblo anfitrión de un campeonato de ciclismo de cadetes en las sierras cercanas, hoy apenas recuerda al balneario donde se celebró la última reunión de expertos. La prensa habla de 170 conferencistas, pero las imágenes mostraban a muchos de ellos sumidos en sus trajes y sin brillar ninguna luz de iluminación. Los más llamativos, sin embargo, fueron los miembros de la Cofradía del Corte Inglés, siempre presentes y nunca ausentes.
La pregunta es: ¿qué conclusions se sacaron de ese encuentro? ¿Se habló realmente de las dificultades que enfrentan estos pueblos en su lucha por el desarrollo y la sobrevivencia? En este artículo, el autor de "Lo rural ha muerto" critica la falta de conexión entre los expertos y la realidad. Se pregunta si aquellos presentes se dieron cuenta del impacto que tiene su trabajo en las personas que viven allí.
En un contexto en el que habla de la "despoblación", el autor nos hace reflexionar sobre la importancia de escuchar a los que realmente hacen el trabajo y no solo a los expertos. ¿Qué hay que decir de una sociedad donde algunos se sienten cómodos hablando sobre problemas sociales desde el salto de palco? La ironía es que, según la autoridad periodística, solo unos pocos de los presentes en aquel congreso son "realistas" y se dieron cuenta de lo que realmente pasa en estos lugares.
La conclusión es clara: todo sigue igual. Sin cambios profundos ni acciones decisivas para cambiar el rumbo de estas comunidades, seguiremos viendo la misma falta de compromiso y la misma actitud de negación. El autor nos invita a esperar lo peor, pero en esta ocasión parece haber algo más allá.
En un pueblo que una vez fue testigo del orgullo y la prosperidad, ahora solo quedan los recuerdos de un tiempo olvidado. Segura de Baños, con sus casi mil habitantes en su apogeo, hoy se reduce a una treintena de almas. El desarrollo del siglo XX, que trajo consigo avances tecnológicos y sociales, parece haber pasado por alto este pequeño pueblo. La destrucción del castillo por los extranjeros fue un augurio de lo que luego sucedería.
"¿Quién se detiene a pensar en el futuro?" se pregunta el autor. En 1994, el pueblo anfitrión de un campeonato de ciclismo de cadetes en las sierras cercanas, hoy apenas recuerda al balneario donde se celebró la última reunión de expertos. La prensa habla de 170 conferencistas, pero las imágenes mostraban a muchos de ellos sumidos en sus trajes y sin brillar ninguna luz de iluminación. Los más llamativos, sin embargo, fueron los miembros de la Cofradía del Corte Inglés, siempre presentes y nunca ausentes.
La pregunta es: ¿qué conclusions se sacaron de ese encuentro? ¿Se habló realmente de las dificultades que enfrentan estos pueblos en su lucha por el desarrollo y la sobrevivencia? En este artículo, el autor de "Lo rural ha muerto" critica la falta de conexión entre los expertos y la realidad. Se pregunta si aquellos presentes se dieron cuenta del impacto que tiene su trabajo en las personas que viven allí.
En un contexto en el que habla de la "despoblación", el autor nos hace reflexionar sobre la importancia de escuchar a los que realmente hacen el trabajo y no solo a los expertos. ¿Qué hay que decir de una sociedad donde algunos se sienten cómodos hablando sobre problemas sociales desde el salto de palco? La ironía es que, según la autoridad periodística, solo unos pocos de los presentes en aquel congreso son "realistas" y se dieron cuenta de lo que realmente pasa en estos lugares.
La conclusión es clara: todo sigue igual. Sin cambios profundos ni acciones decisivas para cambiar el rumbo de estas comunidades, seguiremos viendo la misma falta de compromiso y la misma actitud de negación. El autor nos invita a esperar lo peor, pero en esta ocasión parece haber algo más allá.