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Nicolas Sarkozy, el expresidente francés de la derecha, ha entrado en prisión tras ser condenado por asociación de delincuentes por intentar financiar su campaña presidencial de 2007 a través de los fondos de Libia de Gadafi. La sentencia es de cinco años de prisión, aunque Sarkozy se queda sin prisión debido a una ley que permite la ejecución de la condena de inmediato.
Esta condena ha generado un gran revuelo en Francia, donde el presidente Macron tiene poderes simbólicos similares a los del rey Felipe VI de España. La condena de Sarkozy es especialmente relevante en este momento, ya que Francia se encuentra sumida en una crisis económica y política. El país experimenta una economía lenta, un déficit público doble el español y una deuda pública del 115% del PIB.
La situación ha generado una gran incertidumbre en la opinión pública francesa, donde se questiona si la sentencia es justa o si se trata de una venganza de los jueces contra Sarkozy por sus críticas anteriores. Algunos expertos sostienen que los jueces quieren ser inflexibles con la corrupción de los políticos, especialmente de derechas.
En un contexto en el que la confianza en los partidos ha llegado a su nivel más bajo (10%), según una encuesta de 'Le Monde', y donde el 81% cree que la democracia funciona mal en Francia, se pregunta si la sentencia es correcta. El 58% piensa que Macron debería dimitir.
Sin embargo, hay un lado positivo en la situación: Sebastien Lecornu, el nuevo primer ministro, ha superado dos mociones de censura gracias a una entente del bloque central con los socialistas. Esto puede ser visto como un triunfo para los socialistas, que necesitaban este 'golpe' para distanciarse más de los insumisos de Mélenchon.
La pregunta es si esta frágil entente podrá sobrevivir a los próximos presupuestos y aguantar hasta las presidenciales de 2027, esperando que la extrema derecha y los insumisos hayan perdido empuje. Macron ha apostado por una mayor estabilidad, pero el mundo económico prefiere lo malo conocido (un orden en crisis) a las incógnitas de unas nuevas elecciones que podrían acarrear una mayor desestabilización y el ascenso al poder de la extrema derecha antieuropea.
Esta condena ha generado un gran revuelo en Francia, donde el presidente Macron tiene poderes simbólicos similares a los del rey Felipe VI de España. La condena de Sarkozy es especialmente relevante en este momento, ya que Francia se encuentra sumida en una crisis económica y política. El país experimenta una economía lenta, un déficit público doble el español y una deuda pública del 115% del PIB.
La situación ha generado una gran incertidumbre en la opinión pública francesa, donde se questiona si la sentencia es justa o si se trata de una venganza de los jueces contra Sarkozy por sus críticas anteriores. Algunos expertos sostienen que los jueces quieren ser inflexibles con la corrupción de los políticos, especialmente de derechas.
En un contexto en el que la confianza en los partidos ha llegado a su nivel más bajo (10%), según una encuesta de 'Le Monde', y donde el 81% cree que la democracia funciona mal en Francia, se pregunta si la sentencia es correcta. El 58% piensa que Macron debería dimitir.
Sin embargo, hay un lado positivo en la situación: Sebastien Lecornu, el nuevo primer ministro, ha superado dos mociones de censura gracias a una entente del bloque central con los socialistas. Esto puede ser visto como un triunfo para los socialistas, que necesitaban este 'golpe' para distanciarse más de los insumisos de Mélenchon.
La pregunta es si esta frágil entente podrá sobrevivir a los próximos presupuestos y aguantar hasta las presidenciales de 2027, esperando que la extrema derecha y los insumisos hayan perdido empuje. Macron ha apostado por una mayor estabilidad, pero el mundo económico prefiere lo malo conocido (un orden en crisis) a las incógnitas de unas nuevas elecciones que podrían acarrear una mayor desestabilización y el ascenso al poder de la extrema derecha antieuropea.