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Una nueva era política se abre en Bolivia, marcada por la victoria del centroderechista Rodrigo Paz en las elecciones presidenciales. El Partido Demócrata Cristiano de Paz sumó el 54,5% de los votos, frente al 45,5% de la alianza Libre del expresidente conservador Jorge Tuto Quiroga.
Paz se estrena con un triunfo por paliza que parecía imposible hasta hace solo dos meses. Su propuesta de "capitalismo para todos" sedujo a una nueva burguesía aimara nacida durante el masismo, en la que indígenas se definen políticamente por su posición en la escala social.
El presidente electo prometió resolver de inmediato la escasez que obliga a los bolivianos a hacer filas de horas y hasta días para llenar el tanque de gasolina. Ya habló con los gobiernos de Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay para garantizar el suministro.
El nuevo gobierno también retomará las relaciones con Estados Unidos, rotas durante los gobiernos del MAS. Paz recibió una felicitación telefónica del subsecretario de Estado, Christopher Landau, que es una señal clara y abierta de que van a tener una relación fluida y de trabajo conjunto.
El éxito de Paz fue inesperado en la primera vuelta y también en la segunda. Ganó en seis de los nueve departamentos de Bolivia, evidencia del alcance nacional de su propuesta. En La Paz, donde se concentra el poder político, sumó el 65% de los votos.
La gran crispación política que marcó la campaña se apagó rápidamente durante la jornada electoral. La prohibición de circulación para cualquier tipo de vehículo produce en las grandes ciudades un efecto de vaciamiento que resalta el carácter pacífico que suelen tener las elecciones en Bolivia.
La victoria de Paz significa un cambio significativo en la política boliviana, lejos de las políticas estatistas y redistributivas promovidas por el MAS. Un viraje conservador que no será tan brutal como se esperaba con Quiroga.
Paz se estrena con un triunfo por paliza que parecía imposible hasta hace solo dos meses. Su propuesta de "capitalismo para todos" sedujo a una nueva burguesía aimara nacida durante el masismo, en la que indígenas se definen políticamente por su posición en la escala social.
El presidente electo prometió resolver de inmediato la escasez que obliga a los bolivianos a hacer filas de horas y hasta días para llenar el tanque de gasolina. Ya habló con los gobiernos de Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay para garantizar el suministro.
El nuevo gobierno también retomará las relaciones con Estados Unidos, rotas durante los gobiernos del MAS. Paz recibió una felicitación telefónica del subsecretario de Estado, Christopher Landau, que es una señal clara y abierta de que van a tener una relación fluida y de trabajo conjunto.
El éxito de Paz fue inesperado en la primera vuelta y también en la segunda. Ganó en seis de los nueve departamentos de Bolivia, evidencia del alcance nacional de su propuesta. En La Paz, donde se concentra el poder político, sumó el 65% de los votos.
La gran crispación política que marcó la campaña se apagó rápidamente durante la jornada electoral. La prohibición de circulación para cualquier tipo de vehículo produce en las grandes ciudades un efecto de vaciamiento que resalta el carácter pacífico que suelen tener las elecciones en Bolivia.
La victoria de Paz significa un cambio significativo en la política boliviana, lejos de las políticas estatistas y redistributivas promovidas por el MAS. Un viraje conservador que no será tan brutal como se esperaba con Quiroga.