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Rafael Argullol, el escritor barcelonés, reflexiona sobre su libro "El Quattrocento. Arte y cultura del Renacimiento italiano" y sus raíces humanistas en una época donde se siente que la unidad cultural y la belleza esencial están perdidas. El autor sostiene que el Renacimiento italiano fue un momento de gran unión cultural, donde los humanistas lograron reunir a personas de diferentes ciudades y naciones bajo un mismo objetivo: crear una nueva civilización.
En este contexto, Argullol destaca la importancia del humanismo en la cultura renacentista. Según él, el humanismo fue una concepción de civilización que buscaba equilibrar la acción con la contemplación, lo que se traducía en un espíritu de belleza esencial. Este concepto de belleza no estaba relacionado con la estética o el arte por el arte, sino que más bien estaba vinculado a una comprensión profunda del mundo y del ser humano.
Para Argullol, la unidad cultural del Quattrocento italiano se debía en gran medida a la idea de universalidad, que se reflejaba en las obras de los humanistas. La unitas de los mares, el concepto de una humanidad común, era una sensación que se sentía profundamente y se traducía en artes y escritos.
Sin embargo, según Argullol, en nuestra época estamos sufriendo una pérdida de esa unidad cultural. El ritmo vertiginoso de la vida moderna ha llevado a un "adelgazamiento tremendo del espíritu", mientras que la tecnología nos permite estar más empoderados que nunca. Sin embargo, esta misma tecnología también nos está llevando hacia una comprensión superficial de la vida y una pérdida de belleza.
En este sentido, Argullol destaca la importancia de encontrar un equilibrio entre la acción y la contemplación, como era el caso en la cultura renacentista. También enfatiza que la cultura debe ser una fuente de crecimiento y reflexión personal, más allá de lo prescindible.
En conclusión, Rafael Argullol nos invita a reflexionar sobre la unidad cultural y la belleza esencial en nuestra época, recordándonos que la cultura puede ser una fuente de crecimiento y reflexión personal.
En este contexto, Argullol destaca la importancia del humanismo en la cultura renacentista. Según él, el humanismo fue una concepción de civilización que buscaba equilibrar la acción con la contemplación, lo que se traducía en un espíritu de belleza esencial. Este concepto de belleza no estaba relacionado con la estética o el arte por el arte, sino que más bien estaba vinculado a una comprensión profunda del mundo y del ser humano.
Para Argullol, la unidad cultural del Quattrocento italiano se debía en gran medida a la idea de universalidad, que se reflejaba en las obras de los humanistas. La unitas de los mares, el concepto de una humanidad común, era una sensación que se sentía profundamente y se traducía en artes y escritos.
Sin embargo, según Argullol, en nuestra época estamos sufriendo una pérdida de esa unidad cultural. El ritmo vertiginoso de la vida moderna ha llevado a un "adelgazamiento tremendo del espíritu", mientras que la tecnología nos permite estar más empoderados que nunca. Sin embargo, esta misma tecnología también nos está llevando hacia una comprensión superficial de la vida y una pérdida de belleza.
En este sentido, Argullol destaca la importancia de encontrar un equilibrio entre la acción y la contemplación, como era el caso en la cultura renacentista. También enfatiza que la cultura debe ser una fuente de crecimiento y reflexión personal, más allá de lo prescindible.
En conclusión, Rafael Argullol nos invita a reflexionar sobre la unidad cultural y la belleza esencial en nuestra época, recordándonos que la cultura puede ser una fuente de crecimiento y reflexión personal.