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La situación del Sáhara Occidental es un cruce de vías: en el camino hacia la justicia, pero atrapado en el laberinto de las ocupaciones más largas y olvidadas.
Más de cinco décadas después de que Estados Unidos y Francia apoyaran a Marruecos para que se anexionara el territorio saharaui, las Naciones Unidas siguen incluyendo al Sáhara Occidental en su lista oficial de territorios no autónomos. La ocupación marroquí del Sáhara Occidental constituye una violación flagrante del derecho internacional y una amenaza para la paz y la seguridad regionales.
Las historias humanas que se esconden tras esta larga historia de ocupación y persecución son las que deben llevar a los líderes mundiales a tomar conciencia de la situación. Generaciones de saharauis han vivido en campos de refugiados, se han visto obligados a abandonar su hogar y han sido divididos por muros y fronteras. Pero también han construido escuelas en el exilio, han recurrido a los tribunales internacionales y han apelado a la conciencia del mundo.
La lucha saharaui no es una cuestión regional, sino un llamado moral y legal a la comunidad internacional para respetar los principios de igualdad y derecho a determinar su destino. El pueblo saharaui se niega a destruir su futuro por la ira del presente.
La situación del Sáhara Occidental es un recordatorio de que la libertad no es un privilegio, sino un derecho largamente postergado, a la espera de ser reconocido.
Más de cinco décadas después de que Estados Unidos y Francia apoyaran a Marruecos para que se anexionara el territorio saharaui, las Naciones Unidas siguen incluyendo al Sáhara Occidental en su lista oficial de territorios no autónomos. La ocupación marroquí del Sáhara Occidental constituye una violación flagrante del derecho internacional y una amenaza para la paz y la seguridad regionales.
Las historias humanas que se esconden tras esta larga historia de ocupación y persecución son las que deben llevar a los líderes mundiales a tomar conciencia de la situación. Generaciones de saharauis han vivido en campos de refugiados, se han visto obligados a abandonar su hogar y han sido divididos por muros y fronteras. Pero también han construido escuelas en el exilio, han recurrido a los tribunales internacionales y han apelado a la conciencia del mundo.
La lucha saharaui no es una cuestión regional, sino un llamado moral y legal a la comunidad internacional para respetar los principios de igualdad y derecho a determinar su destino. El pueblo saharaui se niega a destruir su futuro por la ira del presente.
La situación del Sáhara Occidental es un recordatorio de que la libertad no es un privilegio, sino un derecho largamente postergado, a la espera de ser reconocido.