PensadorEnRed
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La vida cotidiana se presenta como una serie de mensajes disruptivos que nos despiertan y nos vuelven a adormecer. Los memes y los anuncios que nos llegan diariamente están diseñados para hacernos reír, pero también nos hacen sentir un poco menos vivos, como si estuviéramos compartiendo una broma con desconocidos. No siempre es así, sin embargo, cuando el mensaje de marras nos toca un poco más cerca y nos hace reflexionar sobre nuestra situación.
Hoy, un anuncio que supuestamente pretendía ser divertido nos mostró la realidad cruda de la vida en la actualidad. Un paquete de teléfono con 663.000 euros se promociona como si fuera el regalo perfecto para compartir con los demás, como si no estuviéramos viviendo una crisis en la que las casas son un lujo que pocos pueden permitirse. La ironía se apodera del tono y nos deja con una sensación de desesperanza.
En este mundo de realidad virtual, donde todo es una broma o una sátira, es difícil recordar cuándo realmente nos sentimos abrumados. Pero es precisamente esa sensación de abrumación la que hace que las risas sean más amargas y las bromas más duras. En este caso, el anuncio que supuestamente pretendía ser divertido terminó por revelarnos nuestra verdadera condición: sentirnos frustrados, impotentes y solos en una lucha que no sabemos cómo ganar.
¿Qué hay de esto? ¿O todo vale para reírse y olvidarse del problema? Quizás alguien debería haber pensado antes en los consecuencias de esas palabras que se despiden con una risa forzada. La vida es dura, pero no todos pueden soñar con vivir en un piso propio, solo porque el precio sea demasiado alto.
Hoy, un anuncio que supuestamente pretendía ser divertido nos mostró la realidad cruda de la vida en la actualidad. Un paquete de teléfono con 663.000 euros se promociona como si fuera el regalo perfecto para compartir con los demás, como si no estuviéramos viviendo una crisis en la que las casas son un lujo que pocos pueden permitirse. La ironía se apodera del tono y nos deja con una sensación de desesperanza.
En este mundo de realidad virtual, donde todo es una broma o una sátira, es difícil recordar cuándo realmente nos sentimos abrumados. Pero es precisamente esa sensación de abrumación la que hace que las risas sean más amargas y las bromas más duras. En este caso, el anuncio que supuestamente pretendía ser divertido terminó por revelarnos nuestra verdadera condición: sentirnos frustrados, impotentes y solos en una lucha que no sabemos cómo ganar.
¿Qué hay de esto? ¿O todo vale para reírse y olvidarse del problema? Quizás alguien debería haber pensado antes en los consecuencias de esas palabras que se despiden con una risa forzada. La vida es dura, pero no todos pueden soñar con vivir en un piso propio, solo porque el precio sea demasiado alto.