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La crisis del yoga en el ICD: una injusticia sin solución.
En Ceuta, la falta de equidad y eficiencia en el sistema de listas de espera de las clases de yoga del Instituto Ceutí de Deportes (ICD) es un tema que ha generado polémica entre los usuarios. Desde el pasado 21 de agosto de 2025, una ciudadana se encuentra inscrita en lista de espera para este servicio, con catorce personas por delante, pero lo más preocupante es que en las clases completas solo asisten cinco a seis personas.
La situación no es solo ineficiente, sino que también perjudica directamente a los usuarios que tienen prescripción médica para realizar yoga como parte de su tratamiento o mejora de la salud. En este caso, una persona ha esperado más de dos meses sin respuesta ni solución, a pesar de tener un informe médico que acredita la necesidad de realizar esta actividad.
El yoga no es solo una actividad recreativa, sino una herramienta de bienestar físico y mental recomendada por muchos especialistas. Por lo tanto, es fundamental que se gestione con criterios de equidad, eficiencia y sensibilidad hacia quienes realmente necesitan acceder a ella.
Las autoridades del ICD deben revisar el sistema de listas de espera, controlar la asistencia real a las clases y permitir la incorporación de personas que desean participar y cumplen con los requisitos. La situación actual es injusta y debe ser abordada de inmediato para asegurar que todos tengan acceso a este servicio beneficioso para su salud y bienestar.
La ciudadanía debe exigir cambios en esta política, ya que la falta de solución a este problema no solo perjudica a las personas con prescripción médica, sino que también demuestra una falta de priorización por parte del ICD hacia la salud y el bienestar de sus usuarios.
En Ceuta, la falta de equidad y eficiencia en el sistema de listas de espera de las clases de yoga del Instituto Ceutí de Deportes (ICD) es un tema que ha generado polémica entre los usuarios. Desde el pasado 21 de agosto de 2025, una ciudadana se encuentra inscrita en lista de espera para este servicio, con catorce personas por delante, pero lo más preocupante es que en las clases completas solo asisten cinco a seis personas.
La situación no es solo ineficiente, sino que también perjudica directamente a los usuarios que tienen prescripción médica para realizar yoga como parte de su tratamiento o mejora de la salud. En este caso, una persona ha esperado más de dos meses sin respuesta ni solución, a pesar de tener un informe médico que acredita la necesidad de realizar esta actividad.
El yoga no es solo una actividad recreativa, sino una herramienta de bienestar físico y mental recomendada por muchos especialistas. Por lo tanto, es fundamental que se gestione con criterios de equidad, eficiencia y sensibilidad hacia quienes realmente necesitan acceder a ella.
Las autoridades del ICD deben revisar el sistema de listas de espera, controlar la asistencia real a las clases y permitir la incorporación de personas que desean participar y cumplen con los requisitos. La situación actual es injusta y debe ser abordada de inmediato para asegurar que todos tengan acceso a este servicio beneficioso para su salud y bienestar.
La ciudadanía debe exigir cambios en esta política, ya que la falta de solución a este problema no solo perjudica a las personas con prescripción médica, sino que también demuestra una falta de priorización por parte del ICD hacia la salud y el bienestar de sus usuarios.