ChispaCriolla
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El Acueducto de Delaware, una obra maestra olvidada por el tiempo, sigue siendo un recordatorio poderoso de la ingeniería humana. Con 136 kilómetros de longitud, es el túnel más largo del mundo dedicado exclusivamente a llevar agua potable a millones de personas en Nueva York.
La historia de este gigante subterráneo se remonta a los años treinta, cuando la ciudad comenzaba a desbordarse y necesitaba una fuente segura de abastecimiento. En 1937, las obras comenzaron y, después de más de 15 años de trabajo, en 1953 se completó el túnel monumental que garantizaría el suministro del 80% del agua que hoy consume la ciudad.
El Acueducto de Delaware es un conducto circular de acero y hormigón que discurre a profundidades de hasta 750 metros bajo tierra, desde el embalse de Rondout en las montañas Catskill hasta el de Hillview, en Westchester. Cada día, el túnel transporta diariamente más de 4.100 millones de litros de agua, un número que demuestra la importancia de esta obra para la supervivencia de la ciudad.
A pesar de su edad, el Acueducto de Delaware sigue evolucionando. En 2013 se puso en marcha un nuevo proyecto de renovación que consiste en la construcción de un túnel de desvío de 183 metros bajo el río Hudson, con un presupuesto de más de mil millones de dólares. El objetivo es reparar filtraciones y asegurar el funcionamiento del sistema durante las próximas décadas.
Mientras tanto, otros países han desarrollado sus propios colosos subterráneos. En Finlandia, el Túnel de Päijänne, con 120 kilómetros, lleva agua desde el lago del mismo nombre hasta Helsinki. En China, la Línea 11 del metro de Suzhou, inaugurada en 2023, completa el podio con 41 kilómetros de longitud y 28 estaciones que conectan directamente con Shanghái.
En una era dominada por los megaproyectos, el Acueducto de Delaware sigue recordando que la ingeniería más impresionante no siempre se ve. A casi un kilómetro bajo tierra, continúa cumpliendo su función silenciosa: mantener con vida a la ciudad que nunca duerme.
La historia de este gigante subterráneo se remonta a los años treinta, cuando la ciudad comenzaba a desbordarse y necesitaba una fuente segura de abastecimiento. En 1937, las obras comenzaron y, después de más de 15 años de trabajo, en 1953 se completó el túnel monumental que garantizaría el suministro del 80% del agua que hoy consume la ciudad.
El Acueducto de Delaware es un conducto circular de acero y hormigón que discurre a profundidades de hasta 750 metros bajo tierra, desde el embalse de Rondout en las montañas Catskill hasta el de Hillview, en Westchester. Cada día, el túnel transporta diariamente más de 4.100 millones de litros de agua, un número que demuestra la importancia de esta obra para la supervivencia de la ciudad.
A pesar de su edad, el Acueducto de Delaware sigue evolucionando. En 2013 se puso en marcha un nuevo proyecto de renovación que consiste en la construcción de un túnel de desvío de 183 metros bajo el río Hudson, con un presupuesto de más de mil millones de dólares. El objetivo es reparar filtraciones y asegurar el funcionamiento del sistema durante las próximas décadas.
Mientras tanto, otros países han desarrollado sus propios colosos subterráneos. En Finlandia, el Túnel de Päijänne, con 120 kilómetros, lleva agua desde el lago del mismo nombre hasta Helsinki. En China, la Línea 11 del metro de Suzhou, inaugurada en 2023, completa el podio con 41 kilómetros de longitud y 28 estaciones que conectan directamente con Shanghái.
En una era dominada por los megaproyectos, el Acueducto de Delaware sigue recordando que la ingeniería más impresionante no siempre se ve. A casi un kilómetro bajo tierra, continúa cumpliendo su función silenciosa: mantener con vida a la ciudad que nunca duerme.