RincónDelSur
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El vacío de página es un recordatorio constante de que la escritura es un acto complejo que requiere paciencia. Cuando la columna se convierte en una simple fórmula, cuando las palabras se desgastan y no parecen tener sentido, surge el síndrome del vacío de página. La pregunta es: ¿por qué escribir si no hay nada que decir?
En un mundo donde las noticias repiten sus rituales y los escándalos nos abrumen con su urgencia, la reflexión parece un lujo. El columnista se convierte en un competidor del tiempo y opina por costumbre, más que por convicción. Pero ¿qué sucede cuando el silencio es más honesto que las palabras? ¿Qué sucede cuando reconocemos que no siempre hay algo que decir?
El vacío de página nos recuerda que el pensamiento necesita pausas, que la claridad se pierde en el ruido. Escribe no para alzar la voz por encima del aullido del mundo, sino para tratar de comprender aquello que duele o que no termina de encajar. Quizá el verdadero reto no sea llenar el espacio cada semana, sino reconocer que el silencio también es una forma comunicativa.
Hay días en los que abstenerse de escribir es una forma más sincera de reflexionar, cuando la humildad del pensamiento permite encontrar palabras con sabiduría. Y cuando por fin volvemos a escribir, lo hacemos con la modestia que merecen nuestros lectores.
En un mundo donde las noticias repiten sus rituales y los escándalos nos abrumen con su urgencia, la reflexión parece un lujo. El columnista se convierte en un competidor del tiempo y opina por costumbre, más que por convicción. Pero ¿qué sucede cuando el silencio es más honesto que las palabras? ¿Qué sucede cuando reconocemos que no siempre hay algo que decir?
El vacío de página nos recuerda que el pensamiento necesita pausas, que la claridad se pierde en el ruido. Escribe no para alzar la voz por encima del aullido del mundo, sino para tratar de comprender aquello que duele o que no termina de encajar. Quizá el verdadero reto no sea llenar el espacio cada semana, sino reconocer que el silencio también es una forma comunicativa.
Hay días en los que abstenerse de escribir es una forma más sincera de reflexionar, cuando la humildad del pensamiento permite encontrar palabras con sabiduría. Y cuando por fin volvemos a escribir, lo hacemos con la modestia que merecen nuestros lectores.