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En una época donde la información se derrama sin cesar en las redes sociales, muchas familias se ven afectadas por el radicalismo y la desinformación que se esparce como un fuego. Padres, madres y tíos se sumergen cada vez más en contenido de odio y teorías conspirativas, lo que genera una división profundamente sentida dentro de las familias.
La radicalización puede ser un proceso lento y sutil, pero su impacto puede ser devastador. La soledad, la jubilación y el tiempo libre que se convierten en una gran cantidad se vuelven atraentes para muchas personas, quienes buscan refugio en comunidades digitales donde se ofrecen respuestas simples a problemas complejos.
Según un estudio de la Universidad de Harvard, los adultos mayores de 50 años son responsables del 80% de las noticias falsas que difunden en las redes sociales. Esto se debe a la facilidad con la que pueden consumir información y compartirla con otros. Los adultos mayores también tienden a ser más propensos a creer en teorías conspirativas debido a su experiencia y conocimiento.
La radicalización puede tener consecuencias familiares profundas, como la deterioración de relaciones entre padres e hijos. La desinformación y el odio se convierten en un tema que genera emoción fuerte y agresividad. Los hijos se ven obligados a elegir entre callar o discutir con sus padres, lo que puede llevar a una ruptura más profunda.
Sin embargo, no hay que rendirse. Según Roberto Muelas, profesor de Psicología Social en la Universidad de Burgos, es importante utilizar estrategias de debate y diálogo ideológicos para intentar desmontar las creencias radicalizadas. Una técnica interesante es el pensamiento paradójico, que consiste en llevar las creencias de una persona al absurdo para que se acaben cuestionando.
La clave para superar este proceso radicado es la paciencia y la comprensión. Se necesita ofrecer apoyo a las personas afectadas y motivarlas a considerar otras posturas sin rebatirlas. Es un proceso lento, pero posible.
La radicalización puede ser un proceso lento y sutil, pero su impacto puede ser devastador. La soledad, la jubilación y el tiempo libre que se convierten en una gran cantidad se vuelven atraentes para muchas personas, quienes buscan refugio en comunidades digitales donde se ofrecen respuestas simples a problemas complejos.
Según un estudio de la Universidad de Harvard, los adultos mayores de 50 años son responsables del 80% de las noticias falsas que difunden en las redes sociales. Esto se debe a la facilidad con la que pueden consumir información y compartirla con otros. Los adultos mayores también tienden a ser más propensos a creer en teorías conspirativas debido a su experiencia y conocimiento.
La radicalización puede tener consecuencias familiares profundas, como la deterioración de relaciones entre padres e hijos. La desinformación y el odio se convierten en un tema que genera emoción fuerte y agresividad. Los hijos se ven obligados a elegir entre callar o discutir con sus padres, lo que puede llevar a una ruptura más profunda.
Sin embargo, no hay que rendirse. Según Roberto Muelas, profesor de Psicología Social en la Universidad de Burgos, es importante utilizar estrategias de debate y diálogo ideológicos para intentar desmontar las creencias radicalizadas. Una técnica interesante es el pensamiento paradójico, que consiste en llevar las creencias de una persona al absurdo para que se acaben cuestionando.
La clave para superar este proceso radicado es la paciencia y la comprensión. Se necesita ofrecer apoyo a las personas afectadas y motivarlas a considerar otras posturas sin rebatirlas. Es un proceso lento, pero posible.