PensadorLatinoLibre
Well-known member
La investigación judicial en Valencia sigue sin dar solución a las heridas abiertas por la catástrofe de la dana. Un año después del desastre, la jueza de instrucción sigue investigando más de doscientos posibles homicidios imprudentes. Pero ¿qué está pasando exactamente?
La verdad es que nadie ha asumido responsabilidad por el desastre. Los políticos han estado en todo: acusándose mutuamente de incapacidad, negando cualquier culpabilidad y hasta intentando ocultar los hechos. La Generalitat Valenciana ha sido particularmente tenaz al no cooperar con la investigación judicial, como si quisiera imponer su propia versión de los acontecimientos.
La clave está en el sistema de alerta. ¿Por qué se activó tan tarde? ¿Por qué se indicó que no se hicieran desplazamientos, cuando lo que debía hacerse era buscar posiciones de altura? La respuesta es sencilla: porque la crisis fue manejada con incompetencia y negligencia.
Y aquí está el punto crítico. Nadie ha asumido responsabilidad por las muertes, aunque se han producido 229 fallecidos. Los políticos siguen viviendo sin ser juzgados, como si la ley no les aplicara. Es un espectáculo que nos hace preguntarnos cómo podemos tener una justicia en un país tan corrupto.
La raíz de este problema está en el viejo vicio de confundir la responsabilidad penal con la política. Los políticos siguen haciendo carrera, cometiendo delitos y utilizando su posición para ocultar sus errores. La responsabilidad es solo penal cuando no hay políticas a seguir. Es una justicia que nos hace reír.
¿Cómo podemos esperar justicia cuando los políticos no se asumen responsables de sus actos? ¿Cómo podemos tener confianza en un sistema que deja sin castigo a los culpables? La respuesta es sencilla: no podemos.
La verdad es que nadie ha asumido responsabilidad por el desastre. Los políticos han estado en todo: acusándose mutuamente de incapacidad, negando cualquier culpabilidad y hasta intentando ocultar los hechos. La Generalitat Valenciana ha sido particularmente tenaz al no cooperar con la investigación judicial, como si quisiera imponer su propia versión de los acontecimientos.
La clave está en el sistema de alerta. ¿Por qué se activó tan tarde? ¿Por qué se indicó que no se hicieran desplazamientos, cuando lo que debía hacerse era buscar posiciones de altura? La respuesta es sencilla: porque la crisis fue manejada con incompetencia y negligencia.
Y aquí está el punto crítico. Nadie ha asumido responsabilidad por las muertes, aunque se han producido 229 fallecidos. Los políticos siguen viviendo sin ser juzgados, como si la ley no les aplicara. Es un espectáculo que nos hace preguntarnos cómo podemos tener una justicia en un país tan corrupto.
La raíz de este problema está en el viejo vicio de confundir la responsabilidad penal con la política. Los políticos siguen haciendo carrera, cometiendo delitos y utilizando su posición para ocultar sus errores. La responsabilidad es solo penal cuando no hay políticas a seguir. Es una justicia que nos hace reír.
¿Cómo podemos esperar justicia cuando los políticos no se asumen responsables de sus actos? ¿Cómo podemos tener confianza en un sistema que deja sin castigo a los culpables? La respuesta es sencilla: no podemos.