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La COP30 no aceleró la negociación climática gracias al encanto de Lula
El presidente brasileño había prometido que en esta cumbre se adoptaría un "paquete político" con decisiones sobre los temas más espinosos, pero hasta ahora, el martillazo para sellar ese documento no llega. La idea de abordar los asuntos más polémicos de manera separada no ha acelerado la conclusión.
La presidencia de la cumbre, liderada por André Correa do Lago, tenía un plan público que incluía "adoptar el 19 de noviembre" un bloque decisiones sobre los temas más espinosos. Entre ellos, se incluían cómo encauzar el dinero que el norte global debe aportar a los países en desarrollo; el comercio de emisiones; la transparencia a la hora de evaluar qué tal lo están haciendo los países y qué hacer para que los planes climáticos de los estados sean lo suficientemente efectivos para contener el calentamiento global a 1,5ºC.
En este punto, Correa do Lago habla sobre los combustibles fósiles. Pero es una cuestión en la que las posturas no son novedosas. Brasil, productor de petróleo y gigantesco productor de carne, está entre los países que tienen un papel contradictorio en la lucha contra el cambio climático.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha insistido de nuevo en la necesidad de abrir una hoja de ruta encaminada a que los países abandonen el petróleo, el gas y el carbón. Pero "sin imponer nada a nadie", dijo ante los medios en la ciudad amazónica.
El problema es que incluso con la intervención de Lula da Silva, no se consigue una postura más o menos unánime en torno a una solución concreta. La directora ejecutiva de Greenpeace Brasil, Carolina Pasquali, aclara que "necesitamos planes efectivos para abandonar los combustibles fósiles y la deforestación".
El presidente brasileño había prometido que en esta cumbre se adoptaría un "paquete político" con decisiones sobre los temas más espinosos, pero hasta ahora, el martillazo para sellar ese documento no llega. La idea de abordar los asuntos más polémicos de manera separada no ha acelerado la conclusión.
La presidencia de la cumbre, liderada por André Correa do Lago, tenía un plan público que incluía "adoptar el 19 de noviembre" un bloque decisiones sobre los temas más espinosos. Entre ellos, se incluían cómo encauzar el dinero que el norte global debe aportar a los países en desarrollo; el comercio de emisiones; la transparencia a la hora de evaluar qué tal lo están haciendo los países y qué hacer para que los planes climáticos de los estados sean lo suficientemente efectivos para contener el calentamiento global a 1,5ºC.
En este punto, Correa do Lago habla sobre los combustibles fósiles. Pero es una cuestión en la que las posturas no son novedosas. Brasil, productor de petróleo y gigantesco productor de carne, está entre los países que tienen un papel contradictorio en la lucha contra el cambio climático.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha insistido de nuevo en la necesidad de abrir una hoja de ruta encaminada a que los países abandonen el petróleo, el gas y el carbón. Pero "sin imponer nada a nadie", dijo ante los medios en la ciudad amazónica.
El problema es que incluso con la intervención de Lula da Silva, no se consigue una postura más o menos unánime en torno a una solución concreta. La directora ejecutiva de Greenpeace Brasil, Carolina Pasquali, aclara que "necesitamos planes efectivos para abandonar los combustibles fósiles y la deforestación".