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Salió ayer la noticia de la muerte a los 84 años de Sally Kirkland, una actriz estadounidense que revolucionó la industria cinematográfica con su nominación al Óscar en 1987 por su papel en "Anna y Cristina". La artista había sido diagnosticada previamente con demencia y una infección ósea extendida al torrente sanguíneo, lo que puso fin a su carrera.
Kirkland había estudiado en Nueva York bajo la dirección de Lee Strasberg y había trabajado con Andy Warhol en algún proyecto en los años 60. Más adelante, se convirtió en una atracción en series como Kojak o Tres son multitud, y también obtuvo papeles secundarios en películas de alto perfil.
La carrera de Kirkland se reunió en 1987, cuando salió a la luz "Anna y Cristina", un film escrito por Agnieszka Holland. Aunque Kirkland no tenía una amplia experiencia anterior, logró sorprender al público y a los críticos con su desempeño en el papel principal.
Kirkland se esforzó personalmente para promocionar el film, escribiendo cartas a los críticos de cine y valiéndose de su relación con Warhol. Sus esfuerzos dieron fruto, ya que ganó el Globo de Oro y fue nominada al Óscar a Mejor Actriz.
La experiencia en la gala del Óscar fue especialmente memorable para Kirkland, quien recordó sentirse como "Cenicienta" entre las estrellas de cine. A pesar de no haber ganado el premio, Kirkland logró impresionar a los críticos y al público con su actuación.
En la década de 90, Kirkland siguió trabajando en películas como Revenge de Tony Scott o JFK: Caso abierto de Oliver Stone. Aunque nunca volvió a ser nominada al Óscar, su carrera continúa siendo recordada como una de las más interesantes y desafiantes de la historia del cine estadounidense.
Kirkland había estudiado en Nueva York bajo la dirección de Lee Strasberg y había trabajado con Andy Warhol en algún proyecto en los años 60. Más adelante, se convirtió en una atracción en series como Kojak o Tres son multitud, y también obtuvo papeles secundarios en películas de alto perfil.
La carrera de Kirkland se reunió en 1987, cuando salió a la luz "Anna y Cristina", un film escrito por Agnieszka Holland. Aunque Kirkland no tenía una amplia experiencia anterior, logró sorprender al público y a los críticos con su desempeño en el papel principal.
Kirkland se esforzó personalmente para promocionar el film, escribiendo cartas a los críticos de cine y valiéndose de su relación con Warhol. Sus esfuerzos dieron fruto, ya que ganó el Globo de Oro y fue nominada al Óscar a Mejor Actriz.
La experiencia en la gala del Óscar fue especialmente memorable para Kirkland, quien recordó sentirse como "Cenicienta" entre las estrellas de cine. A pesar de no haber ganado el premio, Kirkland logró impresionar a los críticos y al público con su actuación.
En la década de 90, Kirkland siguió trabajando en películas como Revenge de Tony Scott o JFK: Caso abierto de Oliver Stone. Aunque nunca volvió a ser nominada al Óscar, su carrera continúa siendo recordada como una de las más interesantes y desafiantes de la historia del cine estadounidense.