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Meloni trata de mediar entre Orbán y Trump, pero parece que el destino del petróleo ruso está sellado.
El primer ministro húngaro Viktor Orbán ha reiterado esta semana su negativa a aplicar sanciones al petróleo ruso, un punto de discordia en la relación entre Budapest y la UE. Sin embargo, ahora parece que el embajador estadounidense ante la OTAN Matthew Whitaker ha marcado los términos del juego: Hungría debe "desarrollar y poner en marcha" un plan para desvincularse de las fuentes energéticas rusas.
La misión de Meloni, que busca equilibrar las presiones de Trump y la UE, es cada vez más difícil. Mientras el presidente estadounidense Donald Trump ha anunciado medidas contra dos de las principales petroleras rusas, Rosneft y Lukoil, Orbán se muestra firme en su posición: "Desde el punto de vista húngaro, sí".
La italiana Giorgia Meloni, que se encuentra en el centro del torbellino político que rodea al encuentro con Orbán, ha intentado mediar entre Trump y la UE. Sin embargo, parece que el camino hacia una solución es intransitable. La líder ultraderechista italiana ha recibido instrucciones de sus colegas europeos para hablar con Orbán en busca de cesaciones, pero su misión parece imposible.
En su encuentro con Meloni en el palacio Chigi, Orbán ha adelantado que se centrará en la economía europea y la visión crítica de ambos sobre la transición verde. Sin embargo, el embajador estadounidense Matthew Whitaker ha dejado claro que Hungría debe tomar medidas para desvincularse de las fuentes energéticas rusas.
La oposición italiana ha criticado el encuentro entre Meloni y Orbán, considerándolo una apariencia de patriotismo que oculta la realidad de la alianza con el Kremlin. La vicepresidenta del Parlamento europeo Pina Picierno ha censurado a Orbán por sus "palabras ofensivas y grotescas", mientras que el secretario general del Partido Demócrata Europeo Sandro Gozi ha acusado a Meloni de legitimar a quien trabaja contra Europa y a favor del Kremlin.
En resumen, parece que el destino del petróleo ruso está sellado. La UE y Estados Unidos parecen dispuestas a imponer sanciones, mientras Orbán se muestra firme en su posición. La misión de Meloni es cada vez más difícil, y parece que la solución es intransitable.
El primer ministro húngaro Viktor Orbán ha reiterado esta semana su negativa a aplicar sanciones al petróleo ruso, un punto de discordia en la relación entre Budapest y la UE. Sin embargo, ahora parece que el embajador estadounidense ante la OTAN Matthew Whitaker ha marcado los términos del juego: Hungría debe "desarrollar y poner en marcha" un plan para desvincularse de las fuentes energéticas rusas.
La misión de Meloni, que busca equilibrar las presiones de Trump y la UE, es cada vez más difícil. Mientras el presidente estadounidense Donald Trump ha anunciado medidas contra dos de las principales petroleras rusas, Rosneft y Lukoil, Orbán se muestra firme en su posición: "Desde el punto de vista húngaro, sí".
La italiana Giorgia Meloni, que se encuentra en el centro del torbellino político que rodea al encuentro con Orbán, ha intentado mediar entre Trump y la UE. Sin embargo, parece que el camino hacia una solución es intransitable. La líder ultraderechista italiana ha recibido instrucciones de sus colegas europeos para hablar con Orbán en busca de cesaciones, pero su misión parece imposible.
En su encuentro con Meloni en el palacio Chigi, Orbán ha adelantado que se centrará en la economía europea y la visión crítica de ambos sobre la transición verde. Sin embargo, el embajador estadounidense Matthew Whitaker ha dejado claro que Hungría debe tomar medidas para desvincularse de las fuentes energéticas rusas.
La oposición italiana ha criticado el encuentro entre Meloni y Orbán, considerándolo una apariencia de patriotismo que oculta la realidad de la alianza con el Kremlin. La vicepresidenta del Parlamento europeo Pina Picierno ha censurado a Orbán por sus "palabras ofensivas y grotescas", mientras que el secretario general del Partido Demócrata Europeo Sandro Gozi ha acusado a Meloni de legitimar a quien trabaja contra Europa y a favor del Kremlin.
En resumen, parece que el destino del petróleo ruso está sellado. La UE y Estados Unidos parecen dispuestas a imponer sanciones, mientras Orbán se muestra firme en su posición. La misión de Meloni es cada vez más difícil, y parece que la solución es intransitable.