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La pobreza en España es un problema crónico y complejo que afecta a millones de personas. Una década después de la crisis financiera, y cinco tras el estallido del coronavirus, las cifras siguen prácticamente inmóviles. Un 26% de españoles viven bajo el umbral de la pobreza, lo que supone 12,5 millones de personas, mientras que un 8% viven en condiciones de pobreza severa.
La inflación, el precio de la vivienda y la precariedad laboral son las principales causas de la exclusión social. La inflación ha dejado de ser un problema moderado, y se ha convertido en una herramienta para mantener a las familias pobres en un círculo vicioso. El precio de la vivienda es otro factor clave que genera pobreza, ya que deja a las familias sin dinero el segundo día del mes.
El empleo no garantiza estabilidad económica, y las cifras demuestran que el 11,7% de las personas que viven bajo el umbral de la pobreza tienen empleo. Las políticas públicas siguen sin abordar esta realidad, y España incumple los objetivos de la agenda del desarrollo para 2030 en relación con la lucha contra la pobreza.
No se trata solo de mejorar las prestaciones sociales, sino de incrementar los salarios más bajos y generar un acceso a la vivienda asequible. La ley de extranjería contempla el derecho de los migrantes a acceder a servicios y prestaciones sociales básicas, pero esta normativa no se está cumpliendo.
Las familias monoparentales y las personas migrantes son colectivos que están más en riesgo de entrar en la pobreza. Tienen el triple de posibilidades de vivir bajo el umbral de la pobreza que los nacionales, y el cuádruple en el caso de la pobreza severa.
La pobreza infantil es un problema alarmante que se está convirtiendo en una realidad cada vez más crónica. El 34,6% de niños españoles crecen en hogares donde la pobreza se transmite por generaciones. La inflación y el precio de la vivienda son los principales responsables de esta situación.
La exclusión social no solo afecta a las personas que viven bajo el umbral de la pobreza, sino también a aquellos que viven en condiciones de pobreza severa. El escudo social ha hecho que la pobreza no aumente, pero no es suficiente, y España sigue incumpliendo los objetivos de la agenda del desarrollo para 2030.
La realidad de nuestra pobreza responde a tres adjetivos: "Consistente, crónica y joven". Cada vez las familias pobres lo son más, es decir que tienen menos capacidad para cubrir sus necesidades fundamentales como la alimentación, la ropa o la vivienda. Además, están más tiempo bajo el umbral de la pobreza, mínimo tres años.
La brecha salarial y la labor de cuidados son los principales factores que arrastran a las mujeres hacia la pobreza. Las políticas públicas deben abordar estas cuestiones y generar oportunidades para todas las personas sin distinción de género ni raza.
La exclusión social no es un problema de individualidad, sino de estructura. La sociedad en su conjunto tiene que cambiar sus prioridades y valores para que podamos crear una sociedad más justa y equitativa.
La inflación, el precio de la vivienda y la precariedad laboral son las principales causas de la exclusión social. La inflación ha dejado de ser un problema moderado, y se ha convertido en una herramienta para mantener a las familias pobres en un círculo vicioso. El precio de la vivienda es otro factor clave que genera pobreza, ya que deja a las familias sin dinero el segundo día del mes.
El empleo no garantiza estabilidad económica, y las cifras demuestran que el 11,7% de las personas que viven bajo el umbral de la pobreza tienen empleo. Las políticas públicas siguen sin abordar esta realidad, y España incumple los objetivos de la agenda del desarrollo para 2030 en relación con la lucha contra la pobreza.
No se trata solo de mejorar las prestaciones sociales, sino de incrementar los salarios más bajos y generar un acceso a la vivienda asequible. La ley de extranjería contempla el derecho de los migrantes a acceder a servicios y prestaciones sociales básicas, pero esta normativa no se está cumpliendo.
Las familias monoparentales y las personas migrantes son colectivos que están más en riesgo de entrar en la pobreza. Tienen el triple de posibilidades de vivir bajo el umbral de la pobreza que los nacionales, y el cuádruple en el caso de la pobreza severa.
La pobreza infantil es un problema alarmante que se está convirtiendo en una realidad cada vez más crónica. El 34,6% de niños españoles crecen en hogares donde la pobreza se transmite por generaciones. La inflación y el precio de la vivienda son los principales responsables de esta situación.
La exclusión social no solo afecta a las personas que viven bajo el umbral de la pobreza, sino también a aquellos que viven en condiciones de pobreza severa. El escudo social ha hecho que la pobreza no aumente, pero no es suficiente, y España sigue incumpliendo los objetivos de la agenda del desarrollo para 2030.
La realidad de nuestra pobreza responde a tres adjetivos: "Consistente, crónica y joven". Cada vez las familias pobres lo son más, es decir que tienen menos capacidad para cubrir sus necesidades fundamentales como la alimentación, la ropa o la vivienda. Además, están más tiempo bajo el umbral de la pobreza, mínimo tres años.
La brecha salarial y la labor de cuidados son los principales factores que arrastran a las mujeres hacia la pobreza. Las políticas públicas deben abordar estas cuestiones y generar oportunidades para todas las personas sin distinción de género ni raza.
La exclusión social no es un problema de individualidad, sino de estructura. La sociedad en su conjunto tiene que cambiar sus prioridades y valores para que podamos crear una sociedad más justa y equitativa.