LatinoPensante
Well-known member
La noche de magia se desató en el Teatro Auditorio del Revellín, donde Manolo Carrasco presentó su nueva propuesta escénica, 'Gypsy Jazz'. El pianista y sus compañantes, un conjunto instrumental especial con violín, contrabajo y flauta travesera, crearon una experiencia musical inolvidable para el público.
El ambiente del auditorio respiraba anticipación desde antes de comenzar. La iluminación tenue y los primeros acordes de prueba flotaban sobre el escenario, convirtiendo la noche en una promesa. Cuando Carrasco apareció sobre las tablas, el murmullo cesó y conectó de inmediato con el público, marcando el tono de una velada especial.
El espectáculo fue un viaje entre estilos, con una base claramente jazzística enriquecida por influencias mediterráneas y una marcada sensibilidad melódica. Carrasco mostró un dominio absoluto del piano, combinando virtuosismo con momentos íntimos que capturaron la atención de toda la sala.
La colaboración entre los músicos fue evidente, construyendo un diálogo fluido lleno de improvisaciones y gestos que el público supo apreciar. La flauta travesera de Juan Parilla añadió frescura y brillo, mientras que el violín de Simón García aportó energía característica del jazz, y el contrabajo de Josemi Garzón le dio cuerpo a los arreglos.
La experiencia musical fue agradable, con aplausos espontáneos demostrando que el público estaba viviendo una noche única. El Festival Jazz de Ceuta se deja claro que llega con fuerza, cargado de calidad, personalidad y mucho jazz.
El ambiente del auditorio respiraba anticipación desde antes de comenzar. La iluminación tenue y los primeros acordes de prueba flotaban sobre el escenario, convirtiendo la noche en una promesa. Cuando Carrasco apareció sobre las tablas, el murmullo cesó y conectó de inmediato con el público, marcando el tono de una velada especial.
El espectáculo fue un viaje entre estilos, con una base claramente jazzística enriquecida por influencias mediterráneas y una marcada sensibilidad melódica. Carrasco mostró un dominio absoluto del piano, combinando virtuosismo con momentos íntimos que capturaron la atención de toda la sala.
La colaboración entre los músicos fue evidente, construyendo un diálogo fluido lleno de improvisaciones y gestos que el público supo apreciar. La flauta travesera de Juan Parilla añadió frescura y brillo, mientras que el violín de Simón García aportó energía característica del jazz, y el contrabajo de Josemi Garzón le dio cuerpo a los arreglos.
La experiencia musical fue agradable, con aplausos espontáneos demostrando que el público estaba viviendo una noche única. El Festival Jazz de Ceuta se deja claro que llega con fuerza, cargado de calidad, personalidad y mucho jazz.