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"La máquina de Rosalía: entre el arte y el negocio"
Escribo estas líneas con una semana de frustración, intentando encontrar mi opinión sobre la nueva discografía de Rosalía y su polémica presentación en Callao. Sin embargo, la cantante española ha logrado captar mi atención en cada esquina, en cada pantalla de Instagram, en cada columna que leo... incluso en el baño.
La verdad es que Rosalía ha vampirizado mi atención, junto con a 25.000 seguidores que esperan su próximo single, "Berghain". Pero ¿qué estamos pagando por nuestra adicción a este artista? La respuesta es que estamos entregando nuestra atención sin pensar en el precio.
Julia Bell, autora del ensayo "Atención radical", nos recuerda cómo la era de la tecnología y la conexión ininterrumpida a internet ha cambiado la forma en que consumimos y procesamos información. Nos ofrecemos a cambio de entretenimiento y recompensas, mientras que el mercado la transforma en un bien muy cotizado.
Y así ha actuado el equipo de marketing de Rosalía durante este último mes, entregando pequeñas recompensas para mantenernos comprometidos con su arte. Pero detrás de esta estrategia hay una máquina capitalista que busca aprovechar nuestra adicción, reduciéndonos a simples consumidores.
Admiro profundamente la talentosa Rosalía como artista, pero rechazo la empresaria que se utiliza para vender su imagen y su música. La foto de ella en la plaza de Callao, rodeada de miles de fans con sus teléfonos en alto, es un ejemplo perfecto de esto.
Y cuando veo el vídeo de "Berghain", me quedo hipnotizada por la mezcla de sonidos y referencias a la cultura. Pero al mismo tiempo, me doy cuenta de que estamos ante una obra de marketing que busca manipular nuestra atención y nuestro sentimiento hacia esta artista.
Asisto maravillada pero contrariada a este renacer, preguntándome si Rosalía es una verdadera artista o simplemente un producto del mercado. La respuesta es ambigua: puede ser tanto una como la otra, dependiendo de cómo la veamos y de qué estamos dispuestos a pagar por nuestra adicción a su música.
				
			Escribo estas líneas con una semana de frustración, intentando encontrar mi opinión sobre la nueva discografía de Rosalía y su polémica presentación en Callao. Sin embargo, la cantante española ha logrado captar mi atención en cada esquina, en cada pantalla de Instagram, en cada columna que leo... incluso en el baño.
La verdad es que Rosalía ha vampirizado mi atención, junto con a 25.000 seguidores que esperan su próximo single, "Berghain". Pero ¿qué estamos pagando por nuestra adicción a este artista? La respuesta es que estamos entregando nuestra atención sin pensar en el precio.
Julia Bell, autora del ensayo "Atención radical", nos recuerda cómo la era de la tecnología y la conexión ininterrumpida a internet ha cambiado la forma en que consumimos y procesamos información. Nos ofrecemos a cambio de entretenimiento y recompensas, mientras que el mercado la transforma en un bien muy cotizado.
Y así ha actuado el equipo de marketing de Rosalía durante este último mes, entregando pequeñas recompensas para mantenernos comprometidos con su arte. Pero detrás de esta estrategia hay una máquina capitalista que busca aprovechar nuestra adicción, reduciéndonos a simples consumidores.
Admiro profundamente la talentosa Rosalía como artista, pero rechazo la empresaria que se utiliza para vender su imagen y su música. La foto de ella en la plaza de Callao, rodeada de miles de fans con sus teléfonos en alto, es un ejemplo perfecto de esto.
Y cuando veo el vídeo de "Berghain", me quedo hipnotizada por la mezcla de sonidos y referencias a la cultura. Pero al mismo tiempo, me doy cuenta de que estamos ante una obra de marketing que busca manipular nuestra atención y nuestro sentimiento hacia esta artista.
Asisto maravillada pero contrariada a este renacer, preguntándome si Rosalía es una verdadera artista o simplemente un producto del mercado. La respuesta es ambigua: puede ser tanto una como la otra, dependiendo de cómo la veamos y de qué estamos dispuestos a pagar por nuestra adicción a su música.