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"Los vencedores también somos víctimas de la guerra".
La memoria colectiva de España se está desentrañando. En Cataluña, el cementerio de Montcada ha dado cuenta de su historia: una historia de muerte y olvido que ahora se ve resucitada gracias a un acto sin precedentes para este lugar. Los vencedores de la Guerra Civil española, cuya memoria se ha buscado ocultar durante décadas, ahora reconocen sus propias víctimas.
No son solo los republicanos y comunistas que murieron en el frente, aunque su recuerdo ha sido más fácil de encontrar. También los conservadores y católicos que no querían sumarse a la dictadura de Franco, cuya brutalidad ha quedado patente en las fosas comunes de Montcada.
El cementerio es un lugar donde se homenajea a más de 1.200 personas asesinadas sin juicio por comités y patrullas en la retaguardia catalana. No fueron solo los activistas del gobierno republicano, sino también burgueses catalanes que perdieron su lengua y cultura.
El lector puede pensar en la facilidad con la que se ha desentrañado esta historia. Sin embargo, es importante recordar que la memoria colectiva no siempre es fácil de escavar. En este caso, fue el esfuerzo del Ayuntamiento, junto a investigadores locales y la iniciativa ciudadana, lo que ha llevado a la luz de día un capítulo oscuro de la historia española.
La inauguración en Montcada de una instalación-circuito permanente con placas informativas sobre los 1.198 muertos es un paso importante en el proceso de memoria democrática. Es un recordatorio del lema de Václav Havel: "No podemos cambiar el pasado, pero sí la forma en que lo interpretamos y vivimos".
La memoria colectiva de España se está desentrañando. En Cataluña, el cementerio de Montcada ha dado cuenta de su historia: una historia de muerte y olvido que ahora se ve resucitada gracias a un acto sin precedentes para este lugar. Los vencedores de la Guerra Civil española, cuya memoria se ha buscado ocultar durante décadas, ahora reconocen sus propias víctimas.
No son solo los republicanos y comunistas que murieron en el frente, aunque su recuerdo ha sido más fácil de encontrar. También los conservadores y católicos que no querían sumarse a la dictadura de Franco, cuya brutalidad ha quedado patente en las fosas comunes de Montcada.
El cementerio es un lugar donde se homenajea a más de 1.200 personas asesinadas sin juicio por comités y patrullas en la retaguardia catalana. No fueron solo los activistas del gobierno republicano, sino también burgueses catalanes que perdieron su lengua y cultura.
El lector puede pensar en la facilidad con la que se ha desentrañado esta historia. Sin embargo, es importante recordar que la memoria colectiva no siempre es fácil de escavar. En este caso, fue el esfuerzo del Ayuntamiento, junto a investigadores locales y la iniciativa ciudadana, lo que ha llevado a la luz de día un capítulo oscuro de la historia española.
La inauguración en Montcada de una instalación-circuito permanente con placas informativas sobre los 1.198 muertos es un paso importante en el proceso de memoria democrática. Es un recordatorio del lema de Václav Havel: "No podemos cambiar el pasado, pero sí la forma en que lo interpretamos y vivimos".