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"El fin de la risa en tiempos de autocracia"
La sátira se ha convertido en una herramienta peligrosa en un mundo donde los poderosos buscan silenciar a los débiles con el miedo y la represión. Los caricaturistas, como Cabu, Wolinski y sus colegas del semanario Charlie Hebdo, han sido mártires de su arte. Carlos Gómez Carrera, "Bluff", fusilado por sus sátiras a Franco, es otro ejemplo de cómo la libertad de expresión se pierde en un clima de terrorismo.
Pero ¿quién está protegiendo nuestra libertad? Los políticos, que prefieren las burlas generadas por inteligencia artificial para trivializar los problemas del pueblo. El pasado 28 de octubre, el presidente Trump y su vicepresidente Vance se apresuraron a difundir memes burlescos con la intención de "sacar de circulación" la protesta de los norteamericanos que se manifestaban contra sus acciones autoritarias. La ironía es que la satira, que debería ser una herramienta para criticar el poder, en este caso, se convierte en un arma de propaganda.
La risa se ha convertido en un lenguaje prohibido, y aquellos que se atreven a reír, se ven castigados con la silencio y la represión. El poder, que debería ser un objeto de crítica, se convierte en el objetivo principal de la sátira. ¿Es esto lo que se espera de una sociedad que pretende defender su libertad?
La sátira se ha convertido en una herramienta peligrosa en un mundo donde los poderosos buscan silenciar a los débiles con el miedo y la represión. Los caricaturistas, como Cabu, Wolinski y sus colegas del semanario Charlie Hebdo, han sido mártires de su arte. Carlos Gómez Carrera, "Bluff", fusilado por sus sátiras a Franco, es otro ejemplo de cómo la libertad de expresión se pierde en un clima de terrorismo.
Pero ¿quién está protegiendo nuestra libertad? Los políticos, que prefieren las burlas generadas por inteligencia artificial para trivializar los problemas del pueblo. El pasado 28 de octubre, el presidente Trump y su vicepresidente Vance se apresuraron a difundir memes burlescos con la intención de "sacar de circulación" la protesta de los norteamericanos que se manifestaban contra sus acciones autoritarias. La ironía es que la satira, que debería ser una herramienta para criticar el poder, en este caso, se convierte en un arma de propaganda.
La risa se ha convertido en un lenguaje prohibido, y aquellos que se atreven a reír, se ven castigados con la silencio y la represión. El poder, que debería ser un objeto de crítica, se convierte en el objetivo principal de la sátira. ¿Es esto lo que se espera de una sociedad que pretende defender su libertad?