PensamientoClaro
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Los efectos de la actividad física y el consumo energético siguen incluso cuando cesa el ejercicio, según investigadores internacionales. Un equipo de expertos ha confirmado que el movimiento incrementa el gasto energético sin reducir el consumo necesario para funciones vitales como respirar o circular.
Se estudió a 75 adultos entre los 19 y 63 años, con niveles de actividad que variaban desde sedentarismo hasta ultramaratón. Los participantes consumieron isótopos de oxígeno e hidrógeno y se registraron sus movimientos mediante sensores portátiles durante dos semanas.
Los resultados revelan que cuanto mayor es la actividad física, mayor es el gasto energético, independientemente de la composición corporal. El cuerpo "sabe" administrar su presupuesto energético sin reducir la energía necesaria para funciones básicas. Este presupuesto funciona como un salario fijo y flexible, permitiendo un mayor gasto energético.
Investigadores españoles Guillermo Zorrilla y Olalla Prado participaron en el estudio. Compararon poblaciones de lugares con altos niveles de actividad física con otras sedentarias para analizar los mecanismos compensatorios que evitan superar límites vitales.
"Las personas más activas también pasan menos tiempo sentadas", explicó Zorrilla. "Tienen un mayor presupuesto energético, lo que les permite gastar más energía sin afectar funciones vitales". El estudio confirma que los beneficios del movimiento persisten incluso cuando se deja de moverse y que ser más activo contribuye a una vida más saludable.
Se estudió a 75 adultos entre los 19 y 63 años, con niveles de actividad que variaban desde sedentarismo hasta ultramaratón. Los participantes consumieron isótopos de oxígeno e hidrógeno y se registraron sus movimientos mediante sensores portátiles durante dos semanas.
Los resultados revelan que cuanto mayor es la actividad física, mayor es el gasto energético, independientemente de la composición corporal. El cuerpo "sabe" administrar su presupuesto energético sin reducir la energía necesaria para funciones básicas. Este presupuesto funciona como un salario fijo y flexible, permitiendo un mayor gasto energético.
Investigadores españoles Guillermo Zorrilla y Olalla Prado participaron en el estudio. Compararon poblaciones de lugares con altos niveles de actividad física con otras sedentarias para analizar los mecanismos compensatorios que evitan superar límites vitales.
"Las personas más activas también pasan menos tiempo sentadas", explicó Zorrilla. "Tienen un mayor presupuesto energético, lo que les permite gastar más energía sin afectar funciones vitales". El estudio confirma que los beneficios del movimiento persisten incluso cuando se deja de moverse y que ser más activo contribuye a una vida más saludable.