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"En la noche del Princesa de Asturias se perdió la vanidad, pero ganó la esperanza".
El mundo actual es un lugar donde parece que hemos perdido el sentido común. Todos nos enfocamos tanto en lo que se nos mantiene afuera, que olvidamos a nosotros mismos. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, recordó esto en su discurso más importante de la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias 2025.
"Lo último que se pierde en la vida no es la esperanza sino la vanidad", dijo el ganador del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, Eduardo Mendoza. El escritor nos habló sobre cómo su infancia fue "estricta, tediosa y opresiva". Sin embargo, fue en ese mismo lugar donde comenzó a escribir novelas y a descubrir la ciudad que tenía como hogar. En las palabras del propio autor, Barcelona se convirtió en un personaje que escribió sus novelas.
Mientras tanto, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades fue para Byung-Chul Han. El filósofo alemán denunció la ilusión del neoliberalismo que nos hace creer que estamos libres pero en realidad nos explotamos a nosotros mismos. También cuestionó sobre el mundo digital que nos consume y nos vuelve "necesario que todo esté disponible al instante". En él, todo es consumible. Pero ¿quién se preocupa por la empatía? ¿Quién sigue hablando?
El Premio Princesa de Asturias de las Artes fue para Graciela Iturbide, quien con su fotografía nos recuerda que el arte puede ser político y que debe defenderse contra quienes tratan de limitar nuestra libertad. En sus palabras, "la fotografía juega con una ambigüedad: devela un fragmento de realidad que yo procuro volver a velar". Es una ciudadana del mundo, sin fronteras ni pasaporte.
El mundo actual es un lugar donde parece que hemos perdido el sentido común. Todos nos enfocamos tanto en lo que se nos mantiene afuera, que olvidamos a nosotros mismos. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, recordó esto en su discurso más importante de la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias 2025.
"Lo último que se pierde en la vida no es la esperanza sino la vanidad", dijo el ganador del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, Eduardo Mendoza. El escritor nos habló sobre cómo su infancia fue "estricta, tediosa y opresiva". Sin embargo, fue en ese mismo lugar donde comenzó a escribir novelas y a descubrir la ciudad que tenía como hogar. En las palabras del propio autor, Barcelona se convirtió en un personaje que escribió sus novelas.
Mientras tanto, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades fue para Byung-Chul Han. El filósofo alemán denunció la ilusión del neoliberalismo que nos hace creer que estamos libres pero en realidad nos explotamos a nosotros mismos. También cuestionó sobre el mundo digital que nos consume y nos vuelve "necesario que todo esté disponible al instante". En él, todo es consumible. Pero ¿quién se preocupa por la empatía? ¿Quién sigue hablando?
El Premio Princesa de Asturias de las Artes fue para Graciela Iturbide, quien con su fotografía nos recuerda que el arte puede ser político y que debe defenderse contra quienes tratan de limitar nuestra libertad. En sus palabras, "la fotografía juega con una ambigüedad: devela un fragmento de realidad que yo procuro volver a velar". Es una ciudadana del mundo, sin fronteras ni pasaporte.